LORETO, domingo, 5 septiembre 2004 (ZENIT.org).- Juan Pablo II resumió en la frase «No hago más que vivir de Jesús» la vida de la nueva beata italiana Pina Suriano.
La joven siciliana (1915-1950) tuvo que renunciar al sueño de su vida, la consagración religiosa, por la oposición impuesta por su familia y por problemas prácticos. Entregó entonces su vida a Dios como laica en la Acción Católica.
«Se dirigía a Jesús con corazón de esposa», recordó el Papa en la homilía de la beatificación y siguió citando estas palabras de la nueva beata: «Jesús, hazme siempre tuya. Jesús, quiero vivir y morir contigo y para ti».
«Adhirió siendo muchacha a la Juventud Femenina de la Acción Católica, de la que después fue dirigente parroquial, encontrando en la Asociación importantes estímulos de crecimiento humano y cultural en un clima intenso de amistad fraterna», siguió recordando durante la homilía.
«Maduró poco a poco la sencilla y firme voluntad de entregar a Dios como ofrecimiento de su amor su joven vida, en particular por la santificación y perseverancia de los sacerdotes», concluyó.
Pina, conocida entre sus amigos y amigas por su belleza, hizo voto de castidad el 29 de abril de 1932 en la capilla de las Hijas de la Misericordia y de la Cruz, sede social de la juventud femenina de AC.
Dio al Señor la última prueba de amor y el 30 de mayo de 1948, junto a otras tres compañeras, se ofreció como víctima por la santidad de los sacerdotes.
Pasado poco más de un año de aquel día, una forma de artritis reumatoide obligó a Pina con frecuencia a guardar cama, incapaz de moverse. La joven murió repentinamente de un infarto el 19 de mayo de 1950. Tenía 35 años.