LORETO, domingo, 5 septiembre 2004 (ZENIT.org).- Juan Pablo II presentó este domingo a la Iglesia el testimonio de santidad del médico y sacerdote catalán Pere Tarrés i Claret, apóstol de los enfermos y de los más pobres, según el mismo afirmó.
Originario de la ciudad barcelonesa de Manresa, donde nació el 30 de mayo de 1905, el nuevo beato era un joven médico, miembro de la Federación de Jóvenes Cristianos de Cataluña y de la Acción Católica, que fundó en Barcelona el sanatorio-clínica de Nuestra Señora de la Merced.
«En el ejercicio de la profesión médica se entregó con especial solicitud a los enfermos más pobres, convencido de que «el enfermo es símbolo de Cristo sufriente»», recordó el Papa durante la homilía de su beatificación, en la explanada de Montorso, cerca del santuario italiano de Loreto.
Durante el agitado período de la guerra civil española, refugiado en Barcelona, llevaba a escondidas la comunión a los perseguidos. También actuó en calidad de médico de campaña atendiendo heroicamente a numerosos heridos, y no perdió ocasión de manifestar su fe.
En enero de 1939 volvió a su casa del frente de guerra y entró en el Seminario de Barcelona ese mismo año. Fue ordenado sacerdote el 30 de mayo de 1942
«Se consagró con generosa intrepidez a las tareas del ministerio, permaneciendo fiel al compromiso asumido en vísperas de la ordenación: «Un solo propósito, Señor: sacerdote santo, cueste lo que cueste»», siguió recordando el Papa en la homilía.
«Aceptó con fe y heroica paciencia una atroz enfermedad, que lo llevó a la muerte con sólo 45 años –añadió–. A pesar del sufrimiento repetía frecuentemente: «¡Cuán bueno es el Señor conmigo! Y yo soy verdaderamente feliz»».
Al concluir la eucaristía, el Papa dirigió un cordial saludo a los peregrinos latinoamericanos y españoles, en particular los catalanes, entre quienes se encontraban el nuevo arzobispo de Barcelona, monseñor Lluis Martínez Sistach, y los demás obispos de Cataluña.
«El nuevo beato significa un gran honor para vuestra tierra. Su figura como hombre, médico y presbítero es un ejemplo luminoso para los cristianos de nuestro tiempo», dijo el Papa hablando en catalán antes de rezar el Ángelus.
La delegación española la presidió el ministro de Defensa, José Bono, acompañado por la directora de Asuntos Religiosos, Mercedes Rico, y su homóloga de la Generalitat de Cataluña, Montserrat Coll.
También asistió a la beatificación, a título personal, el ex presidente de la Generalitat Jordi Pujol.