BAGDAD, viernes, 10 septiembre 2004 (ZENIT.org).- Los cristianos iraquíes constituyen una élite indispensable para el equilibrio en la región, considera un arzobispo católico del país, que lanza un llamamiento a los estadounidenses y a los aliados para que los defiendan de los ataques de los extremistas (extranjeros).
El mensaje fue enviado este viernes por monseñor Luis Sako, arzobispo de Kirkuk de los Caldeos, a un congreso celebrado en el Monasterio italiano de Camaldoli por iniciativa de la revista «Il Regno» sobre el tema «¿Dónde mora tu Nombre, Jerusalén?».
Tras hacer un balance de la situación actual iraquí, el prelado explica que «los cristianos forman una élite indispensable para el equilibrio de la región, dada su formación científica, moral y su tolerancia».
En el país, de 23.584.000 habitantes, explica el prelado, los musulmanes chiíes son el 62%, los suníes el 34%, mientras que los cristianos oscilan entre el 3 o el 4%.
Los cristianos «son un elemento importante de esa cultura del diálogo y de la reconciliación que es una premisa necesaria de la paz».
«Su presencia es importante como lo son los ríos Tigris y Éufrates para nuestra tierra. Por este motivo, entre los miembros la Asamblea Nacional hay cuatro cristianos», indica.
«Los ataques contra las iglesias de hace algunas semanas tienen el objetivo de radicalizar la desestabilización del país. Para alcanzar este objetivo es útil hacer saltar por los aires un hospital, poner una bomba en el mercado o organizar un atentado contra un puesto de policía».
«Se trata de un enfrentamiento totalmente político, como es política la acción emprendida por Muqtada Al Sadr», afirma en referencia al clérigo radical.
«Quizá, en el proyecto de algunos extremistas (no iraquíes) –aclara textualmente el arzobispo– se da el objetivo de que los cristianos abandonen el país para que sea totalmente musulmán».
«Creo que los estadounidenses y los aliados tienen la evidente responsabilidad de realizar todo esfuerzo para acabar con esta situación absurda, salvando así el modelo democrático y representativo que permita a los cristianos dedicarse a la acción educativa y a la formación de los iraquíes en la cultura de paz, diálogo, y del respeto recíproco».
«Si no se lograra este objetivo, creo que los estadounidenses y los aliados perderían todo respeto y credibilidad en el mundo», concluye.