GUADALAJARA, martes, 12 octubre 2004 (ZENIT.org).- En Asia, continente de una Iglesia en minoría y de los pobres, la fe en la Eucaristía experimenta grandes esperanzas, constató en el Congreso Eucarístico Internacional el monseñor Carmelo Morelos D.D., arzobispo de Zamboanga (Filipinas).
El contexto asiático ofrece numerosas alternativas de promover el culto a la Eucaristía a pesar de ser la fe cristiana una fe de minoría, y encontrarse Asia dentro de una dinámica de economía globalizada y de sociedad secularizada.
Al hacer la presentación de las luces y las sombras sobre la fe en la Eucaristía, en el Congreso que se celebra en Guadalajara, el arzobispo Morelos dijo que la Iglesia de Asia se mira a sí misma como pobre en muchas maneras.
Primero, es pobre en términos de números. Ha permanecido una muy pequeña minoría en números, así como marginados y pobres. Muchas veces, su voz puede venir como un susurro, tan frágil y suave, que muy pocos oyen su llamado, constató.
Segundo, debemos admitir como Iglesia que tenemos muchos fracasos, ya sea históricos, como actuales. No es necesario decir que en la mayoría de los casos, el cristianismo ha sido implantado a través del uso de la fuerza y con el apoyo de colonizadores.
La falta de formación apropiada y la falta de fidelidad a los líderes de la Iglesia, ha causado mucho daño, reconoció.
Tercero, en muchas partes de Asia, el cristianismo es visto como una religión extranjera, aún cuando su origen y primera historia fue asiática.
Sin embargo, agregó el arzobispo de Zamboanga, como la pobreza de la Eucaristía es su riqueza, así también la misma pobreza de la Iglesia es su fortaleza.
«¿No escogió Dios a aquellos que son pobres en el mundo para hacerlos ricos en fe y herederos del reino que Él prometió a aquellos que lo aman? La celebración de la Eucaristía es muy simple y pobre. Consiste en ofrecer ordinariamente pan y vino. Esta simplicidad y forma ordinaria puntualiza valores muy importantes en nuestro mundo de hoy», reconoció.
Recordó monseñor Morelos que la Iglesia asiática, en su pobreza, es capaz de identificarse con Jesús, pobre y humilde. Y agregó que, contemplando el rostro de Cristo, en la adoración eucarística, los cristianos asiáticos son capaces de identificarse con su maestro, quien sufriendo y muriendo conquistó los poderes de la muerte misma.