CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 14 octubre 2004 (ZENIT.org).- La Santa Sede publicó este jueves un documento en respuesta a una petición explícita de Juan Pablo II con «sugerencias y propuestas» para vivir el Año de la Eucaristía, que se inaugurará este domingo.
El texto, de 35 páginas, recuerda que «para el desarrollo de este Año, el Santo Padre ha dejado la iniciativa a las Iglesias particulares»; no obstante, ha pedido ofrecer estas sugerencias útiles para los pastores y agentes de pastoral llamados a ofrecer su contribución.
«Año de la Eucaristía: sugerencias y propuestas», redactado por la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, cuyo prefecto es el cardenal nigeriano Francis Arinze, por el momento sólo se ha publicado en italiano (se puede consultar el original en la edición italiana de Zenit, en la sección «Documenti»).
El texto ofrece sugerencias para el Año Eucarístico a las conferencias de obispos, a las diócesis, a las parroquias, a los santuarios, a los monasterios y comunidades religiosas, a seminarios y casas de formación, y a asociaciones y movimientos católicos.
A las conferencias episcopales, el texto les pide preparar subsidios en los que se afronten los problemas doctrinales o pastorales más sentidos en sus países. En particular, señala los siguientes: «falta de sacerdotes, debilitación en los sacerdotes de la importancia de la misa cotidiana, descuido de la misa dominical, abandono del culto eucarístico».
Las conferencias deben considerar, además, según el documento, «la calidad de las transmisiones televisivas y radiofónicas de la celebración eucarística», pero advierte que hay que «favorecer adoraciones en la iglesia evitando que los fieles se contenten con seguir la adoración transmitida por televisión».
Sugiere además a las conferencias episcopales promover iniciativas de apertura y clausura del Año Eucarístico, reflexionar sobre la Eucaristía en universidades o institutos y seminarios, y promover congresos eucarísticos nacionales.
En segundo lugar, el texto se dirige a las diócesis para pedirles que presten atención a celebrar de manera adecuada «la apertura y clausura oficial del Año de la Eucaristía», a valorar la «misa estacional» presidida por el obispo como signo de comunión eucarística de la Iglesia particular, y a promover el conocimiento de santos y santas que se han distinguido por el amor a la Eucaristía.
Otra de las tareas que el documento vaticano encomienda a las diócesis es la de dar a conocer «el patrimonio de arte diocesano con referencia eucarística»; «incrementar la adoración perpetua del Santísimo Sacramento»; imprimir un carácter eucarístico a la Jornada Mundial de la Juventud, en particular en torno al Domingo de Ramos (que es cuando se celebra a nivel diocesano).
Por último, a las diócesis les pide «crear secciones de interés eucarístico en los semanarios, revistas diocesanas, sitios en Internet, emisoras de radio y de televisión locales».
En tercer lugar, el texto ofrece orientaciones para las parroquias, a las que califica de «comunidad eucarística».
Entre otras cosas, pide reordenar –si es necesario– los lugares de celebración («altar, ambón, presbiterio») o en los que se conserva la Eucaristía («sagrario, capilla de la adoración»); dotarse de «libros litúrgicos», atender a la belleza de los signos («ornamentos, cálices», etc.).
A las parroquias se les pide particular atención al «canto litúrgico», siguiendo las últimas indicaciones dadas por Juan Pablo II; aplicar y conocer la normativa litúrgica emanada por el Papa y la Santa Sede; enseñar a «estar en la iglesia» con recogimiento; promover la adoración eucarística y otras prácticas de oración ante el sacramento; verificar la regularidad y dignidad con que se lleva la comunión a los enfermos.
Se dirige luego a los santuarios para sugerirles que favorezcan la participación en la misa, «valorando el canto gregoriano, al menos en las melodías más fáciles); que ayuden a las personas a rezar ante el santísimo Sacramento con recogimiento; y que ofrezcan la posibilidad de que los peregrinos se acerquen al sacramento de la Reconciliación.
A los monasterios y comunidades religiosas les sugiere programar momentos de reflexión y de evaluación sobre la calidad de la celebración eucarística en comunidad; redescubrir en la vida y escritos de sus fundadores la manera la piedad eucarística, examinarse sobre el testimonio ecuarístico que los consagrados dan en parroquias, hospitales, escuelas, cárceles, etc.
Por lo que se refiere a los seminarios y casas de formación, el documento vaticano, les alienta a cultivar «el lazo entre formación teológica y experiencia espiritual del misterio eucarístico»; a prestar atención a «la participación interior y exterior en la celebración de la misa»; a conocer «la teología litúrgica» y el «rito de la misa»; a alcanzar una familiaridad con «el latín y el canto gregoriano»; y a incrementar «la adoración eucarística».
Por último, el texto se dirige a «las asociaciones, movimientos, confraternidades» para explicarles que el Año de la Eucaristía «es un llamamiento a reflexionar, verificar, interiorizar, y eventualmente actualizar sus estatutos tradicionales». Además, añade, «es un estímulo para dedicar más tiempo a la adoración eucarística, involucrando también a otras personas en una especie de «apostolado eucarístico». «Es una invitación a conjugar oración y compromiso de caridad», concluye.