BELÉN, miércoles, 27 octubre 2004 (ZENIT.org).- Con sus emisiones desde Belén, el canal privado Al-Mahed (La Natividad), del greco ortodoxo Samir Qumsieh, se ha convertido en la «voz del cristianismo desde Oriente Medio» y punto de encuentro para cristianos, judíos y musulmanes.
«Nuestra emisora –dicen los responsables– es la única en Palestina y en el mundo árabe que transmite misas cristianas, servicios y un programa cristiano semanal llamado “Evangelio y vida”», del sacerdote católico y biblista Peter Hanna Madrous. Además el viernes emite la oración musulmana.
Como única televisión privada cristiana, Al-Mahed (www.almahedtv.org) representa una excepción en el panorama mediático palestino. Su sede está en Belén, a pocos metros de la basílica de la Natividad. Antes de que algunos repetidores resultaran dañados por los enfrentamientos militares, Al-Mahed llegaba a Jordania, Cisjordania y a las ciudades de Hebrón, Ramallah y Jericó.
Para Su Beatitud Michel Sabbah, patriarca latino de Jerusalén, «Al-Mahed hace un inestimable servicio a la Iglesia proporcionando a sus espectadores una visión cristiana y sus programas son muy apreciados», cita «AsiaNews».
El secretario del patriarca greco ortodoxo de Jerusalén, Aristarchos, reconoce que «Al-Mahed, transmitiendo las ceremonias más importantes de las fiestas cristianas, representa un instrumento esencial de anuncio de la verdad cristiana».
Las dificultades de las incursiones israelíes en el territorio de Belén y el maltrato por parte de la Autoridad Palestina se cuentan entre los desafíos que ha tenido que enfrentar Al-Mahed y su editor-director, Samir Qumsieh.
Durante el asedio a la basílica de la Natividad en Belén, en el 2002, Al-Mahed fue la única emisora local que cubrió el evento íntegramente. Cuatro operadores se turnaron las 24 horas durante seis semanas para transmitir los hechos y dar informaciones prácticas a la población, encerrada en sus propias casas.
Incluso un redactor renunció a acudir al funeral de su hermano, fallecido en los enfrentamientos, para poder desempeñar su tarea.
En 2000, Yasser Arafat –presidente de la Autoridad Palestina– «apagó» la emisora televisiva durante 20 días y Qumsieh fue encarcelado tres por sus protestas. Y es que aunque en la región palestina hay libertad de prensa, en la práctica los editores y periodistas no pueden hacer su trabajo libremente.
Por ejemplo, el año pasado Al-Mahed condenó las violencias de militantes palestinos contra un asentamiento israelí, pero las televisiones palestinas oficiales no se hicieron eco de la protesta de la emisora cristiana.
El programa de primera hora «Morning Path», dirigido por el periodista Karim Asakra, es conocido por oír la voz tanto de palestinos como de israelíes acerca de una noticia o de un hecho de crónica: «Los telespectadores a veces no están muy contentos de oír también a la otra parte –explica el periodista–, pero nuestra TV desea presentar siempre las dos caras de la moneda».
Nacida en 1996, Al-Mahed tiene hoy una treintena de empleados y se interesa por la vida religiosa de las 13 comunidades cristianas presentes en Tierra Santa. Propone igualmente programas musicales, sociales, educativos, religiosos e infantiles.
Además transmite la oración del viernes para los musulmanes que no pueden acercarse a las mezquitas, un programa especial para el Ramadán y películas populares de corte islámico.
Su propietario y editor, Qumseih, realiza su labor como una vocación evangelizadora: «Dios me ha elegido para esta misión; somos la única voz cristiana que sale de Oriente Medio», explica.
«La gente llama a nuestra TV “la voz del cristianismo”. A través de nuestras transmisiones muchos cristianos –enfermos, ancianos, personas con discapacidades– pueden recibir su alimento espiritual», añade.
La crítica situación económica en la región hace sentir sus efectos también en la pequeña televisión cristiana de Belén, que enfrenta la disminución de los anuncios publicitarios, su único medio de financiación.
Con un pasivo anual de 63 mil dólares, Qumsieh y su familia han invertido 800 mil en la creación de la televisión: «Mis hermanos me han dicho que detenga este derroche, pero para mí lo más duro sería cerrar la TV porque es algo que involucra a toda la comunidad», explica.
«Si salimos de antena, no habrá otra voz como la nuestra», concluye.