CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 13 diciembre 2004 (ZENIT.org).- El ministro de Asuntos Exteriores de Irak, Hoshyar Zebari, aseguró este lunes al encontrarse con Juan Pablo II el compromiso de su gobierno para defender a los cristianos que en los últimos meses han sufrido sangrientos atentados terroristas.
Según ha informado Joaquín Navarro-Valls, portavoz vaticano, tras ser recibido por el Papa, Zebari se entrevistó con el cardenal Angelo Sodano, secretario de Estado vaticano.
«En el transcurso de los coloquios se pasó revista a la situación que se da en Irak y en Oriente Medio en general», informó el director de la Oficina de Información de la Santa Sede.
«El señor ministro agradeció a Su Santidad y a sus colaboradores la ayuda que siempre han demostrado a Irak y después aseguró el compromiso de su propio gobierno para promover la libertad religiosa y, en particular, la defensa de las comunidades cristianas», añadió Navarro-Valls.
«En el coloquio con el señor ministro se deploró una vez más la plaga dolorosa del terrorismo, deseando un rápido regreso al respeto de los valores morales que están en la base de toda civilización», concluye el comunicado del portavoz.
El 7 de diciembre dos atentados destruyeron la iglesia armenio-católica de Mosul y el arzobispado caldeo de esa ciudad.
Han sido los últimos en una serie de ataques contra iglesias, que comenzó a inicios de agosto, cuando fueron golpeadas cuatro iglesias en Bagdad y una en Mosul, matando a once personas y provocando decenas de heridos. Los atentados contra tiendas de propiedad de cristianos en el país ya habían comenzando antes.
Los cristianos en Irak son unos 800.000, el 3 por ciento de la población. De esa cifra, el 70 por ciento son católicos, de rito caldeo.
La visita de Zabari al Vaticano tiene lugar después de que el Papa recibiera el 4 noviembre al primer ministro iraquí, Iyad Alaui, y condenara la actual «violencia sin sentido» alentando el establecimiento la democracia en el país.
El 15 de noviembre el Papa recibió las cartas credenciales del nuevo embajador de Irak ante la Santa Sede, Albert Edward Ismail Yelda. A través de él, el Santo Padre pidió al gobierno iraquí reconocer «el derecho a la libertad de culto y a la enseñanza religiosa», y aseguró la colaboración de la Iglesia católica, y en particular de los cristianos caldeos, para «construir un nación más pacífica y estable».