KINSHASA, martes, 21 diciembre 2004 (ZENIT.org).- Es responsabilidad del gobierno de Kinshasa, con ayuda de la comunidad internacional, afrontar y resolver «todos los pretextos que son causa de repetidas agresiones contra nuestro país», alerta el presidente del episcopado de la República Democrática del Congo, monseñor Laurent Monsengwo Pasinya.
«La nación está en peligro. Pueblo congoleño, movilízate» es el título del mensaje del arzobispo de Kisangani, difundido el sábado pasado en www.Fomeka.net, en el que hace balance de la situación que enfrenta el país africano y el actual riesgo de guerra que se presenta.
«Condenamos todas las violencias en curso en la República Democrática del Congo y reafirmamos firmemente que la integridad nacional y la soberanía del país no pueden negociarse. Decimos no a la balcanización del Congo», subraya monseñor Monsengwo Pasinya.
«Desde hace algún tiempo informaciones cada vez más numerosas y dignas de confianza señalan una vez más la presencia de tropas extranjeras en el territorio congoleño. La reanudación de los combates provoca movimientos de poblaciones ya extremadamente probadas, creando así una nueva y grave crisis humanitaria», denuncia.
Para el prelado «esta situación se hace aún más escandalosa y preocupante porque se verifica algunas semanas después de la firma del solemne acuerdo de Dar es Salaam, en el que los jefes de Estado de la región de los Grandes Lagos se habían comprometido a resolver de manera conjunta los problemas de la región», donde «la paz ahora está nuevamente amenazada».
Además, la crisis que ha explotado en las últimas semanas en el este del Congo puede «comprometer peligrosamente» el proceso de transición que debería llevar al país hacia elecciones democráticas.
El proceso de transición nacional comenzó en junio de 2003 con la formación del gobierno de unidad nacional, que reúne a todos los partidos y movimientos de guerrilla congoleños, y cuya misión es preparar las elecciones generales del 2005.
Desde 1998, la guerra en R. D. Congo, una de las más sangrientas de África, se ha cobrado la vida de tres millones y medio de personas. En el país, las potencias de la región de los Grandes Lagos se disputan el control de sus inmensos recursos naturales.
La tensión en la provincia oriental congoleña de Kivu Norte aumentó a finales de noviembre cuando representantes del gobierno ruandés, incluido el presidente Paul Kagame, amenazaron con una intervención militar atravesando la frontera –algunos afirman que se ha producido, aunque Kigali lo desmiente– para afrontar la amenaza de algunos grupos rebeldes ruandeses (formados por responsables del genocidio de 1994) que desde sus bases en la selva congoleña prepararían nuevos ataques contra Ruanda, según apunta «Misna».
Pero a la agencia misionera el arzobispo de Kisangani calificó las anteriores motivaciones como un «pretexto».
«Constatamos con indignación que cada vez que el Congo avanza hacia la paz, fuerzas visibles e invisibles intentan detener el camino de crecimiento hacia un Estado fuerte y próspero», prosigue en su mensaje del sábado monseñor Monsengwo Pasinya.
Dirigiéndose al país limítrofe, el prelado recomienda que «retire sus tropas del territorio congoleño y comprenda que las relaciones de buena vecindad, la paz y el desarrollo son preferibles a una guerra inútil».
A la comunidad internacional –ONU y UA– pide que «asuma sus propias responsabilidades sancionando de manera ejemplar (con un embargo de armas, la congelación de bienes y el aislamiento político y diplomático) a quienes siembran el terror y violan deliberadamente los acuerdos internacionales que garantizan la coexistencia pacífica entre los pueblos».
«Al gobierno congoleño recomendamos –continúa el presidente de los obispos católicos del país africano– que forme rápidamente un nuevo gobierno capaz de gestionar con competencia y eficacia la crisis que amenaza la integridad territorial del país y que podría comprometer la transición».
«Kinshasa debe también afrontar y resolver, con la ayuda de la comunidad internacional, todos los pretextos que son causa de repetidas agresiones a nuestro país», exhorta.
A los congoleños el prelado pide que se mantengan «vigilantes y solidarios y no se dejen atrapar por el odio». «Identificad a quienes buscan bloquear la transición y acordaos de sancionarles en el momento oportuno. No cedáis jamás al desaliento. ¡El Congo volverá a levantarse!», concluye.
Cientos de soldados ruandeses y milicias fieles a Kigali –pero de hecho integradas en el ejército congoleño, como quería el acuerdo de paz— están asolando la región fronteriza de Kivu. El diario «Avvenire» estima en centenares las víctimas de los combates y en decenas de miles los civiles en fuga; incluso la ONU confirma la «invasión».
En Kanyabayonga, en Kivu Norte, hace días que se enfrentan los soldados regulares congoleños y los ex-rebeldes integrados en las dichas fuerzas armadas congoleñas, opuestas al despliegue de los primeros.