CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 1 abril 2005 (ZENIT.org).- Las condiciones de salud de Juan Pablo II son «muy graves», aunque se mantiene «lúcido» y «sereno», aseguró al final de la mañana de este viernes Joaquín Navarro-Valls, portavoz de la Santa Sede, en una comparecencia ante los medios de comunicación.
La salud del Papa experimentó un brusco empeoramiento a partir de la tarde de este jueves, cuando «a causa de una infección de las vías urinarias», según explicó Navarro-Valls, sufrió «un shock séptico y un colapso cardiocirculatorio».
«La situación en este momento es estacionaria –aclaró el director de la Oficina de Información de la Santa Sede–. Se mantienen las condiciones de notable gravedad. Los parámetros biológicos están alterados. La presión arterial es inestable. El Papa sigue estando lúcido, plenamente consciente, y tengo que decir que está muy sereno».
Navarro-Valls reveló que, cuando se le comunicó la gravedad de su situación, el Papa «preguntó si era estrictamente necesario ir al hospital». Dado que los médicos le garantizaron una «asistencia completa» en el Vaticano, decidió quedarse en su apartamento.
El obispo de Roma es «asistido por su médico personal, el doctor Renato Buzzonetti, dos médicos reanimadores, un cardiólogo, un otorrinolaringólogo, así como dos enfermeros».
El portavoz reveló algunos detalles de la mañana de este viernes del Papa, que comenzó concelebrando la eucaristía desde su cama.
En torno a las 7.15, «al darse cuenta de que era vienes», «pidió que le leyeran las catorce estaciones del Vía Crucis. Ha seguido con atención la lectura de los textos y he visto que se hacía el signo de la cruz en cada una de ellas, durante la lectura de estos textos», reveló Navarro-Valls.
Después de que leyeran al Papa la Hora Tercera de la Liturgia de las Horas, según el portavoz, recibió la visita de algunos de sus colaboradores en su habitación.
Se trataba de cardenal Angelo Sodano, secretario de Estado, el arzobispo Leonardo Sandri, sustituto de la Secretaría de Estado, el cardenal Camillo Ruini, vicario para la diócesis deRoma, el cardenal Edmund Szoka, presidente de la Pontificia Comisión para el Estado de la Ciudad del Vaticano, el cardenal Joseph Ratzinger, decano del Colegio Cardenalicio, el arzobispo Giovanni Lajolo, secretario para las Relaciones con los Estados y el arzobispo Paolo Sardi, vice camarlengo.
Al final de la mañana, el Papa «pidió que le leyeran textos de los pasajes de la Sagrada Escritura», reveló Navarro-Valls, quien anunció que durante toda la noche permanecerá abierta la Oficina de Prensa de la Santa Sede para informar sobre la evolución de su salud.
Por primera vez los periodistas vieron cómo a Navarro-Valls se le salían las lágrimas cuando se le preguntó cómo está viviendo estos momentos. «Ciertamente es una imagen que no había visto antes en estos veintiséis años –reconoció–: el Papa lúcido, y extraordinariamente sereno, con la lógica dificultad respiratoria relativa. Una imagen nueva».