ROMA, viernes, 8 abril 2005 (ZENIT.org).- El problema más grande de hoy es el terrorismo, pero se puede derrotar demostrando que es posible la convivencia entre musulmanes y cristianos, considera el patriarca maronita Su Beatitud Nasrallah Pierre Sfeir.
Líder de la comunidad cristiana más numerosa del Líbano, el cardenal que participará en la elección del nuevo Papa, considera que su país puede ser un ejemplo de convivencia entre las diferentes comunidades.
<br> En esta entrevista concedida a Zenit, reconoce que en este sentido hay señales de esperanza, en particular tras el atentado del antiguo primer ministro Rafik al-Hariri.
«Incluso los drusos y los suníes han apoyado lo que la Iglesia maronita pide desde siempre, es decir, el retiro de la ocupación siria y el derecho a la independencia, a la soberanía y a la libertad», constata con satisfacción.
–Entonces, ¿es optimista ante el futuro del Líbano?
–Su Beatitud Sfeir: Claro, la Providencia actúa. Todos creían que los cristianos y los musulmanes no podían hablar el mismo idioma, y sin embargo se ha visto que no sólo hablamos el mismo idioma, sino que además podemos vivir en concordia.
–¿Qué hizo Juan Pablo II por el Líbano?
–Su Beatitud Sfeir: En 1978, fue elegido Papa y el Líbano estaba en plena guerra. Escribió inmediatamente una carta a todos los episcopados del mundo para que tuvieran en cuenta la situación del Líbano y siguió prestando atención por nuestro pequeño país, interviniendo cada vez que empeoraba la situación.
Tenía el corazón en el Líbano. Karol Wojtyla decía que el Líbano era como Polonia, aplastada entre dos poderes. Polonia entre Alemania y Rusia [en la segunda guerra mundial, n.d.r.]; el Líbano entre Israel y Siria.
Siempre hemos tenido la certeza de que el Santo Padre conocía la situación del Líbano mejor que los mismos libaneses.
Su obra ha sido providencial. Con su muerte hemos perdido a un ardiente defensor de la causa del Líbano.
–¿Cuál es la situación de la comunidad cristiana?
–Su Beatitud Sfeir: Hay 18 comunidades católicas en el Líbano. La Iglesia maronita es la más grande, pero muchos han dejado el país, se han ido a Estados Unidos, Canadá, Australia, México y a otras naciones. La emigración comenzó durante la guerra y continúa todavía hoy.
Se han ido al menos por dos motivos. En primer lugar, porque falta trabajo y eran personas con estudios; en segundo lugar, porque el clima político era deprimente y opresivo.
La presencia de los cristianos en el Líbano es muy importante, pues nos encontramos en Oriente Medio, cerca de Jerusalén, un lugar en el que los cristianos pueden encontrar la posibilidad de practicar su fe libremente.
–¿Cuáles son los problemas más grandes que tendrán que afrontar la Iglesia y el mundo?
–Su Beatitud Sfeir: En el siglo pasado las amenazas más grandes fueron el régimen nazi y el comunista. Hoy el problema más grande que hay que afrontar es el terrorismo islámico.
El terrorismo islámico se alimenta de injusticia y pobreza. Para combatir el terrorismo hay que superar las injusticias y cancelar la pobreza.
–¿Qué puede hacer la Iglesia católica?
–Su Beatitud Sfeir: La Iglesia ya está haciendo mucho. Sobre todo tiene que convencer a los demás países e instituciones internacionales para que emprendan la senda de justicia y paz, reforzando y difundiendo los valores cristianos.
Es muy importante la defensa de la familia, amenazada por ideologías que favorecen su división y homosexualidad.
–Roma está llena de fieles que han venido a ofrecer su último saludo a Juan Pablo II ¿Qué siente usted?
–Su Beatitud Sfeir: No se había visto una manifestación de cariño así, con tantos jóvenes que han venido de tantos países del mundo a la Basílica de San Pedro. Horas de cola para rendir homenaje al Papa. Esto significa que la gente ha escuchado con atención la enseñanza y las palabras del pontífice, y ha tenido un gran aprecio por su denuncia de las violencias y las injusticias.
–¿Qué se puede hacer para ayudar al Líbano?
–Su Beatitud Sfeir: El Santo Padre ha hecho mucho por el Líbano y tenemos que seguir en su misma línea, es decir, trabajar para que el país vuelva a ser como era antes de la guerra.
Como ha dicho en varias ocasiones Juan Pablo II, el Líbano más que un país es un mensaje de libertad y un ejemplo de convivencia, tanto para occidente como para oriente.
En este contexto, Europa y el mundo pueden hacer mucho para que el Líbano vuelva a ser un ejemplo de convivencia entre cristianos y musulmanes. Necesitamos aprender a convivir entre diversas culturas y pueblos.