PAMPLONA, jueves, 14 abril 2005 (ZENIT.org–Veritas).- El arzobispo de Pamplona, monseñor Fernando Sebastián, C.M.F., acaba de publicar una nueva entrega de sus escritos conocidos como «Cartas desde la fe», con el título «El morbo del cónclave».
El prelado comienza constatando que «desde que terminaron los funerales del Papa Juan Pablo II, es el cónclave el centro de la curiosidad y de los pronósticos. Interesan los detalles externos, las normas, los procedimientos, y sobre todo los candidatos. Se multiplican las encuestas y las suposiciones sobre si el Papa será italiano o no, si será europeo, americano o africano. Unos lo adivinan conservador otros progresista».
A renglón seguido añade: «es posible que de estos comentarios no nos quede mucho provecho. Son suposiciones, hipótesis y, a veces, proyección de los propios deseos».
Y puntualiza: «Se trata de un acontecimiento eclesial, y por eso mismo hay que verlo desde el interior de la Iglesia, con una mirada de fe, tratando de situarnos en la realidad de lo que es para la Iglesia la celebración de un cónclave».
«La elección de un nuevo Papa es un acontecimiento en el cual está presente y actuante la persona de Jesús resucitado, y con Él la Trinidad Santa, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Es un hecho que tiene sus raíces en la providencia y la asistencia de Dios a su Iglesia, para bien de la humanidad entera».
«En definitiva –subraya–, la elección del Papa es la repetición de aquel momento en que Jesús dijo a Pedro «Yo he rogado por ti para que tu fe no desfallezca. Confirma a tus hermanos», «Apacienta mis ovejas», «Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia». Esto lo dijo Jesús para siempre, para todos los sucesores de Pedro, para el nuevo Papa como para todos los demás».
Para el prelado, «querer delimitar los proyectos de Dios, los pasos futuros de la Iglesia o del mundo, desde nuestras preferencias del momento, aparte de ser un atrevimiento, es también un ejercicio bastante inútil. Tenemos que pensar que, en estos momentos, Dios tiene ya un candidato preparado en el silencio a lo largo de toda una vida, lo que interesa es dar con él, descubrirlo, interpretar y ejecutar los planes de Dios, que van mucho más allá de nuestras cortas revisiones».
Para monseñor Sebastián, por otro lado, «no sería sensato esperar un papa que introduzca grandes variaciones en la vida de la Iglesia. Los Papas nacen del interior de la Iglesia que es una y católica. Los pontificados no se repiten. Cada uno responde a las cambiantes situaciones de su tiempo. Cada uno responde a una época diferente».
La carta concluye diciendo: «lo que más seriamente debemos hacer los católicos es preparar nuestro espíritu para recibir al nuevo Papa en un verdadero acto de fe como Vicario de Cristo, especialmente guiado y asistido por Él, para bien de la Iglesia y del mundo, para iluminar, confirmar y estimular nuestra fe personal en la comunión de la Iglesia universal y católica».
«No son las personas las que hacen grande la misión, sino que es la misión la que hace grandes a las personas. Así ocurrió con nuestro querido Papa Juan Pablo II y así ocurrirá con su sucesor», concluye el arzobispo.