¿Fue creado el varón antes que la mujer?

Entrevista a la profesora Blanca Castilla de Cortázar

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MADRID, domingo, 24 abril 2005 (ZENIT.org).- Blanca Castilla de Cortázar, doctora en teología y en filosofía y máster en antropología, expone en esta entrevista por qué los relatos sobre la creación del hombre y la mujer han preocupado a los teólogos desde siempre, incluso al Papa Juan Pablo II, que ha dedicado 23 audiencias a este tema.

Castilla de Cortázar es autora de «¿Fue creado el varón antes que la mujer? Reflexiones en torno a la antropología de la creación», editado este año por Rialp.

La profesora Castilla de Cortázar es secretaria de la Real Academia de Doctores y profesora del Pontificio Instituto Juan Pablo II en Madrid.

–¿Es vigente el relato de la «costilla de Adán», es decir, fue creado el varón antes que la mujer como sugiere Génesis 2?

–Castilla de Cortázar: El relato de Génesis 2 está vigente, pero no tal y como se ha interpretado hasta ahora. En la tradición cristiana ha cristalizado una interpretación literal de este pasaje, sin advertir que es contradictorio con Génesis I, si aquél se lee también literalmente. Es decir, se trata de un texto revelado y esconde una gran enseñanza, que en parte está por descubrir. San Agustín decía que era el texto más oscuro de la Sagrada Escritura. Por eso me ha sorprendido que Juan Pablo II dedicara veintitrés audiencias a interpretarlo.

Que la mujer proceda del varón encierra una verdad que no es cronológica sino ontológica. Esto hay que explicarlo bien. En mi libro hago una propuesta que está en relación con una larga interpretación de Padres de la Iglesia del siglo IV y antes.

Juan Pablo II afirma que ambos, varón y mujer fueron creados a imagen de Dios Trino. Pues bien, entre las personas divinas se dan procesiones (están entrelazadas unas con otras). Los Santos Padres del siglo IV cuando querían explicar, frente al semiarrianismo que negaba la divinidad del Espíritu Santo, que éste procedía del Padre sin ser su hijo, se fijaban en Eva, que procedía de Adán sin ser su hija.

En Génesis 2 describe –mediante el símbolo de la «costilla»– que entre varón y mujer existe una relación de procedencia en el origen. ¿Qué significado puede tener esa procedencia? Adoptando un punto de vista teológico, si el hombre fue creado a imagen de Dios Trino, esa procedencia se podría estudiar analógicamente con la que se da entre las divinas Personas. En la Trinidad, dice la Teología, al Padre le corresponde ser principio.

La metafísica precisa que el término principio, aunque etimológicamente viene de prioridad, no siempre la significa, pues ser principio no quiere decir exactamente lo mismo que causa. Ser causa implica diversidad de substancias, y prioridad de la causa con respecto al efecto. Sin embargo, ser principio sólo marca cierto orden, y no implica necesariamente causalidad.

Por esto, es correcto afirmar –dicen los teólogos– que el Verbo y el Espíritu Santo son principiados, pues si se atribuye alguna autoridad al Padre en atención a que es principio, no por ello atribuimos al Hijo ni al Espíritu Santo cosa alguna que signifique sujeción o minoración . Es decir, ser principiado no es sinónimo de ser subordinado.

–Es decir…

–Castilla de Cortázar: En Dios hay una sola Naturaleza y tres Personas distintas. Y las Personas se distinguen por sus relaciones de origen, pero es un origen que no supone causalidad. Aunque el Padre genere al Hijo, no es su causa, ni tampoco lo es del Espíritu Santo. Los tres son simultáneos. El Padre no sería Padre si no engendrara al Hijo, y el Padre y el Hijo no serían sin el Espíritu Santo, que es el Amor.

Estos datos, tomados de la Teología, podrían contribuir a dar un nuevo sentido a las referencias simbólicas que están en la base de nuestra cultura occidental. En efecto, en primer término, se advierte que la procedencia de la que se habla en Génesis 2 no es causal: Adán no es quien saca de sí mismo a la mujer.

La creación de la mujer es obra exclusiva de Dios: Adán estaba dormido, no hacía nada. Es más, Dios quiso expresamente ocultarle el modo en que formó a la mujer, haciéndola mientras dormía, cuando no podía advertir lo que pasaba.

Mediante el símbolo de la costilla extraída por Dios del costado de Adán dormido se está revelando que entre el varón y la mujer media una relación en el origen de la que se derivan al menos dos consecuencias: en primer lugar se trata de una relación recíproca (no hay mujer sin varón, pero tampoco hay varón sin mujer); de ahí se deduce que los dos términos de dicha relación han de ser simultáneos.

En este sentido Juan Pablo II señala que masculinidad y feminidad se conocen una a través de la otra: «La feminidad, en cierto sentido, se encuentra a sí misma frente a la masculinidad, mientras que la masculinidad se confirma a través de la feminidad». Y añade: «en el ámbito de lo que es humano, es decir, de lo humanamente personal, la masculinidad y la feminidad se distinguen y, a la vez, se complementan y se explican mutuamente».

Si la procedencia no causal en el origen indica una relación recíproca, es más esclarecedor interpretar que los dos procedan de Dios y, a la vez, una de otro, si son creados en un mismo acto.

La metafísica enseña que las relaciones reales implican la actualidad simultánea de sus términos relacionales. Por tanto, la principialidad del varón con respecto a la mujer, reclama una «simultaneidad en el origen», más que una precedencia temporal.

–El Papa Juan Pablo II propone leer este segundo relato de la creación a la luz de Génesis 1: ¿esta es una solución plausible a un problema bíblico?

–Castilla de Cortázar: Juan Pablo II afirma que entre ambos pasajes no hay contradicción. ¿Cómo es posible que no haya contradicción entre ellos si parece que afirman lo contrario? El único modo de explicarlo es descubrir que Génesis 2 no anula lo afirmado ya en Génesis 1, sino que está revelando otro aspecto del ser humano. Es decir, en el segundo relato de la creación el autor sagrado no está pretendiendo narrar cronológicamente el modo en que acontecieron los hechos, sino que está explicando -con un lenguaje simbólico- algo más profundo.

Relata Génesis 1 que Dios creó al hombre, a su imagen, y lo hizo varón y mujer (cfr. Gen 1,27). Los creó a la vez, «en un solo acto» afirma el Papa, y les dio una misión común: crecer, multiplicarse, llenar la tierra y dominarla (cfr. Gen 1,28). Ahí queda clara la igualdad en dignidad de ambos y también la igualdad en cuanto a la misión recibida, pues a ambos se les encomienda la misma tarea: la familia y el dominio del mundo. Según esto no parece que haya tareas exclusivamente reservadas a varones o a mujeres; tanto la familia como la cultura las han de hacer entre los dos.

Pasando a Génesis 2, sería de interés detenerse en su exégesis del Adán de Génesis 2 , o en la hermenéutica tan fascinante que hace del sueño de Adán . Sólo diré que en la línea de las más recientes interpretaciones bíblicas , el Adán solitario de Génesis 2,7, es para Juan Pablo II un Adán genérico, pues las características que en él se describen —la soledad originaria (interpretada como la trascendencia del ser humano respecto al Cosmos); la necesidad intrínseca de la apertura al otro («No es bueno que el hombre esté solo»); la llamada al trabajo, («ut operaretur»); y la ayuda adecuada (concebida como mutua y recíproca)–, son idénticamente aplicables al varón y a la mujer.

¿Cuál puede ser el significado de este relato, si no está revelando la creación por separado de varón y mujer? Juan Pablo II afirma que contiene un análisis de la imagen de Dios, que es trinitaria -como ya he dicho- ya constatada en Génesis 1.

Es sabi
do que Juan Pablo II señala que el hombre está creado no sólo a imagen de Dios Uno, en cuanto inteligente y libre, sino a imagen de Dios Trino, en cuanto que es propio de las personas vivir en comunión. Y advierte que del segundo relato de la creación se desprende que es parte de la esencia humana no sólo vivir junto a otra persona, sino vivir uno para el otro.

–Si el hombre y la mujer fueron creados a imagen y semejanza de Dios, ¿cree que hay algo que debería cambiar en la Iglesia y en la sociedad para que esto fuera una realidad?

–Castilla de Cortázar: Yo contestaré desde un punto de vista teórico, sin entrar en cuestiones prácticas que también son necesarias. Me parece que la antropología filosófico-teológica sobre el significado de ser varón y ser mujer está en sus comienzos.

Hay que llegar a descubrir cuál es el arquetipo divino de la feminidad. Es decir, la mujer, que es persona, está creada a imagen de Dios trino. Pero aún está por desarrollar dentro de la ortodoxia dónde se encuentra el arquetipo de feminidad en Dios. Esto desde el punto de vista teológico.

En la sociedad está el gran tema de construir una familia con padre y una cultura con madre, lo cual requiere mucha imaginación y mucha flexibilidad.

–¿Qué diferencia hay entre igualdad entre sexos y igualitarismo?

–Castilla de Cortázar: La igualdad no tiene por qué anular la diferencia. Sin embargo, como mínimo el igualitarismo es un empobrecimiento, porque insiste en que hay un sólo modelo de ser humano. En el fondo se preconiza que la mujer imite al varón, y justamente no tanto en lo positivo que éste tiene sino en sus errores, en estar ausente de la familia, en dedicarse exclusivamente al trabajo, etc.

–¿Por qué según usted la antropología es el gran tema candente de hoy

–Castilla de Cortázar: Porque desde hace siglos, y sobre todo desde el siglo XIX la filosofía dio lo que se ha venido a llamar el «giro antropológico». La antropología es importante porque supone un lenguaje común y profundo que pueden entender todos los seres humanos.

Y el ser humano, si es correctamente entendido, es decir, si se hace una «antropología adecuada» como la denominaba Juan Pablo II, se llega a Dios, y además a Dios Trino; es decir, a un Dios que no es solitario sino que está acompañado y que es Amor.

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ZENIT Staff

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