Primer obispo ordenado en Estonia tras la segunda guerra mundial

Su predecesor fue martirizado en 1942

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TALLIN, domingo, 11 septiembre 2005 (ZENIT.org).- Al recibir la consagración episcopal este sábado, monseñor Philippe Jourdan se convirtió en el primer obispo católico de Estonia tras la segunda guerra mundial.

Se trata de la segunda consagración episcopal en los últimos quinientos años de historia de este país. El anterior arzobispo católico residente en Estonia fue monseñor Eduard Profittlich sj, martirizado en 1942 en el campo de concentración soviético de Kirov.

Monseñor Jourdan, de 45 años, es un sacerdote francés del Opus Dei y de hecho el obispo Javier Echevarría, prelado de esa prelatura personal, fue uno de los obispos consagrantes.

El joven obispo Jourdan era vicario general de la administración apostólica de Estonia desde 1996. Durante este tiempo también ejerció el cargo de párroco de la pequeña catedral de San Pedro y San Pablo de Tallin.

Desde marzo de 2004, es vicepresidente del Consejo Estonio de Iglesias, órgano ecuménico en el que representa a la Iglesia católica desde 1997. Su elección como obispo fue una de las últimas decisiones pastorales de Juan Pablo II antes de fallecer.

La ceremonia coincide con el decimosegundo aniversario de la visita de Juan Pablo II a Estonia. El celebrante principal fue el arzobispo Peter Zurbriggen, nuncio apostólico para los países bálticos. Otro de los obispos consagrantes fue el arzobispo de Moscú, monseñor Tadeusz Kondrusiewic.

La ordenación episcopal tuvo lugar en el templo de San Olaf, cedido por la comunidad baptista, ya que la catedral católica es de dimensiones reducidas. La torre de San Olaf, de 150 metros, es la construcción más alta de la ciudad.

«Agradezco el afecto de mis amigos del Consejo Estonio de las Iglesias», ha declarado monseñor Jourdan, «y el hecho de que protestantes de diversas denominaciones hayan confirmado su presencia y hayan ofrecido sus iglesias en Tallin, para que la ceremonia de consagración pudiera realizarse acogiendo a mucha más gente».

A pesar de que en este país de 1,3 millones de habitantes no viven más que unos seis mil católicos, Estonia es conocida como «tierra mariana», según un decreto del papa Inocencio III, fechado en 1215.

Después de siglos de dominación danesa, sueca, alemana y rusa, Estonia logró la independencia en 1918. Incorporada a la fuerza a la Unión Soviética, en 1940, recuperó la libertad en 1991, con la caída del régimen comunista.

Según el censo del año 2000, el 34,1% de la población no tiene afiliación religiosa y el 6,1% se declara ateo. Los evangélicos luteranos son el 13,6%, los ortodoxos el 12,8% y los demás cristianos el 1,4%. El 32% pertenece a otras confesiones religiosas o no ha especificado su confesión de pertenencia.

Los católicos son asistidos por nueve sacerdotes diocesanos, cinco sacerdotes religiosos, cinco religiosos no sacerdotes, y 21 religiosas.

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ZENIT Staff

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