El padre Madros denunció que la asediada comunidad cristiana de Palestina viene padeciendo injusticias como la confiscación de sus tierras, el acceso restringido a las autorizaciones para viajar, la imposibilidad de influir en el Gobierno y esporádicos actos de violencia.
El sacerdote palestino, que ha vivido y trabajado durante muchos años en Belén, señaló: «El pueblo y el Gobierno judío israelí nos rechazan por ser árabes, y el pueblo musulmán de Palestina, por ser cristianos».
Achacando gran parte del problema a la apatía de la Unión Europea y los Gobiernos occidentales, explicó: «Occidente siempre habla de los derechos humanos para la gente de Oriente Medio; siempre concede derechos a grupos minoritarios en Occidente, sin exigir lo mismo de los países de los que proceden».
El padre Madros acusó también a los Gobiernos occidentales de concentrar preferentemente sus ayudas en la mayoría musulmana, en lugar de apoyar a grupos minoritarios como los cristianos, que están mucho más necesitados: «La Unión Europea tiene muchas ganas de ayudar a los palestinos, pero la mayor parte de su apoyo va destinado a los musulmanes, con poca consideración hacia los cristianos. Esto es injusto, porque los musulmanes ya reciben mucha ayuda de los países árabes de Oriente Medio».