BAKÚ, miércoles, 14 septiembre 2005 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha hecho llegar su cercanía y admiración a la pequeña comunidad católica –no llega a 300 fieles-- de la ex república soviética de Azerbaiyán, que ha vivido un momento histórico el fin de semana pasado con la colocación de la primera piedra de la primera iglesia que se levanta en la capital, Bakú, tras el comunismo.

Transmitió los sentimientos del Santo Padre a los fieles el prefecto del dicasterio misionero –explica su organismo informativo «Fides»--, el cardenal Crescenzio Sepe, durante su viaje pastoral a la capital azerí del 10 al 12 de septiembre.

«A pesar de largas décadas de violenta persecución hacia cualquier expresión de fe, vosotros habéis conservado la fe, habéis permanecido fieles al Señor», dijo el purpurado el domingo a la comunidad católica reunida en la Capilla de Bakú para la Eucaristía dominical.

Al inicio de su homilía el prefecto de la Congregación vaticana para la Evangelización de los Pueblos llevó a los presentes el saludo del Santo Padre, Benedicto XVI: «Su corazón está con todos vosotros, él os mira con admiración y esperanza y os imparte la bendición Apostólica».

A continuación saludó a las autoridades civiles y gubernativas, a los representantes de las diversas confesiones religiosas, al nuncio apostólico –el arzobispo Claudio Gugerotti--, al superior de la comunidad católica (Misión «sui iuris») en Azerbaiyán –el padre Jan Capla-- con sus hermanos y colaboradores y a todos los fieles.

La República de Azerbaiyán, que se independizó tras la caída de la Unión Soviética en 1991, tiene unos ocho millones de habitantes, musulmanes en un 84%. Los cristianos son 350 mil, por lo general ortodoxos. La comunidad católica está formada por 150 ciudadanos azeríes y unos 120 extranjeros.

En esta tierra, aunque en la actualidad el porcentaje de fieles es reducido, la presencia cristiana se remonta al siglo I d.C. La comunidad católica en Azerbaiyán prácticamente desapareció con las persecuciones de Stalin y la iglesia católica de Bakú fue destruida. Durante los años del régimen soviético los fieles ortodoxos acogieron a los pocos católicos.

Con motivo de la visita de Juan Pablo II al país (en 2002), el fallecido presidente, Heider Aliev, ex comunista, puso a disposición un terreno en el centro de Bakú para la construcción de una iglesia católica.

«Aunque la memoria del pasado, como creo, está muy viva y no es fácil olvidar y perdonar, sin embargo, el cristiano tiene que siempre perdonar, según el ejemplo de Jesús.... El perdón no es signo de debilidad, sino de fuerza y engendra paz y reconciliación, contra toda tentación de intolerancia y fundamentalismo», propuso el cardenal Sepe en la Eucaristía dominical.

Igualmente tuvo palabras de elogio ante los presentes, en nombre del Santo Padre, «por haber sabido establecer el diálogo interreligioso constructivo, la pacífica convivencia y la consideración recíproca entre musulmanes, ortodoxos, judíos y católicos».

El mismo domingo, por la tarde el cardenal Sepe presidió en Bakú la ceremonia de colocación de la primera piedra, que había sido bendecida por el Papa Juan Pablo II, y la inauguración de los trabajos de construcción de la nueva iglesia.

Después de que fue arrasada la última iglesia católica por el régimen comunista, «desde entonces, unos sesenta años, la comunidad de católicos no ha tenido ningún templo para el culto sagrado», constató el purpurado.

Exhortó a que «el crecimiento del edificio material de esta iglesia se corresponda con el crecimiento espiritual y humano de la comunidad católica en este país» y dio las gracias a las autoridades y a los jefes religiosos de Azerbaiyán por su apoyo al proyecto.

La nueva iglesia estará dedicada a la Inmaculada Concepción y comprenderá un edificio para el culto, un centro pastoral y residencia para los sacerdotes. La iglesia tendrá estilo neo-gótico y recordará la antigua fachada del edificio que fue destruido por Stalin en los años 30.

Para el padre Capla, la colocación de la primera piedra de la nueva iglesia de Bakú «significa que la Iglesia está viva, está presente, y crece bajo la protección de la Virgen Maria».

En vísperas de la celebración reconoció a «Fides»: «El clima que respiramos es el del renacimiento: nuestra Iglesia comienza de nuevo a vivir. Setenta años después de la destrucción de 1935, renace la esperanza para la pequeña grey de los 150 católicos que viven en Azerbaiyán».

También aprovechó el cardenal Sepe su estancia en Bakú para bendecir los trabajos de edificación de una casa para los «sin techo», una obra social con la que la Iglesia católica desea salir al encuentro de cualquiera que tenga necesidad, sin distinción de fe, cultura o lengua. El centro será confiado a las Religiosas de la Caridad, hijas de la Madre Teresa de Calcuta.