CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 9 febrero 2006 (ZENIT.org).- A raíz del asesinato del sacerdote italiano en Turquía, el cardenal Paul Poupard –presidente del Consejo Pontificio de la Cultura– ha expresado su preocupación por «este clima de odio difundido en la cultura anti-occidental».
El pasado martes la televisión turca NTV divulgaba que el presunto autor del asesinato del sacerdote Andrea Santoro en Turquía, un joven de 16 años, había confesado a la policía que había actuado movido por la rabia suscitada por las viñetas de Mahoma publicadas en algunos medios de prensa occidental, lo cual ha desatado una ola de violentas protestas en varios países del mundo musulmán.
El padre Santoro, de 60 años, murió –disparado por la espalda– el pasado domingo en la ciudad de Trabzon, en el Mar Negro, mientras rezaba en la iglesia de la que era párroco.
Ese mismo martes, la agencia especializada en el contexto asiático «AsiaNews» –del Pontificio Instituto para las Misiones Extranjeras– puso en duda que las manifestaciones de protesta fueran «espontáneas», percibiendo señales de una estrategia fundamentalista detrás de las mismas.
Éste es el contexto en que el diario italiano «Il Messaggero» entrevistó al cardenal Poupard, informándole de que el asesino del padre Santoro había confesado que había matado por odio anticristiano, o «in odium fidei», como en el caso de los mártires.
«Si ha confesado eso, ello confirma el clima de odio que ha golpeado a un sacerdote que daba un testimonio cristiano y fraterno, como el de Charles de Foucauld», expresó el purpurado, cuyas declaraciones se publicaron el miércoles pasado.
«Su asesinato nos hace reflexionar sobre el misterio abismal del mal y del bien, de Caín y Abel, hasta el sacrificio de Cristo y de muchos mártires de la Iglesia –añadió–. Es bellísimo el mensaje de Benedicto XVI: “Que su muerte sea semilla de fraternidad” [Cf. Zenit, 6 enero 2006 Ndr.]. No será el mal el que tenga la última palabra. Lo será siempre la fecundidad de la sangre de Cristo, cordero inocente».
Al comentarle la extensión del «caldo de cultivo» de la violencia anticristiana, el purpurado francés expresó: «Preocupa precisamente este clima de odio difundido en la cultura anti-occidental».
«René Rémond, académico de Francia, en su reciente volumen “El nuevo anti-cristianismo”, refiere esta intolerancia contra los cristianos. Por un lado la pretensión de una cultural laica, en realidad laicista, de expulsar la religión a lo privado, y por otro la postura de la Umma (comunidad islámica) de una religión islámica que abraza todo», prosiguió.
«Debemos hallar el respeto de toda forma de creencia junto a la convicción de que la fe es siempre personal –recalcó–. “Las guerras nacen del ánimo de la gente”, dice el preámbulo de la carta de la UNESCO. Es ahí donde hay que actuar con la educación».
En cuanto al hecho de que las víctimas de la intolerancia religiosa sean casi siempre cristianas, en particular católicas, el purpurado francés recordó: «A 2000 años de distancia tiene vigencia la profecía hecha por Jesús de ser “signo de contradicción”».
«En el corazón de la evolución de la humanidad permanece la fuerte cuestión que suscita adhesión o violento rechazo. Sin olvidar la instrumentalización. En las manifestaciones islámicas de estos días no hay nada de espontáneo», declaró.