Cómo encontrar a Dios en los «blogs»

Entrevista con el padre Antonio Spadaro, SJ

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ROMA, domingo, 30 abril 2006 (ZENIT.org).- El padre Antonio Spadaro, SJ, redactor de la revista italiana «La Civiltà Cattolica», acaba de publicar el libro «Conexiones, nuevas formas de la cultura en tiempos de Internet» –«Connessioni, Nuove Forme della cultura al tempo di internet» (Pardes Edizioni).

En el prólogo, Xavier Debanne, directivo de Siemens Informatica S.A, y profesor del Centro Interdisciplinar de Comunicación Social de la Universidad Pontificia Gregoriana de 2002 a 2004, escribe que el libro del padre Spadaro «anima a reflexionar sobre la fenomenología del encuentro con Internet, en cuanto lugar frecuentado por millones de personas cada día, espacio que nadie posee y que favorece las conexiones».

«Este espacio se ha convertido en un ambiente cultural y educativo, frecuentado por millones de personas, creyentes o no, y es para la Iglesia una formidable oportunidad de comunicación, porque permite multiplicar los enlaces, ya sean conexiones personales o la creación de nuevas formas de agrupamiento social», afirma Debanne.

En esta entrevista concedida a Zenit el padre Antonio Spadaro explica la influencia que la red, y en particular los «blogs» (o bitácoras) ejercen en la cultura y en el modo de vivir la religión, abriendo espacios antes inexistentes de diálogo interreligioso y teológico.

–¿Está Dios en los blogs? ¿Qué hay que hacer para encontrarlo?

–Padre Spadaro: En Internet se nota un aumento de necesidades religiosas. En mi libro hablo sobre el fenómeno, hago notar sus riesgos (pienso, por ejemplo en las llamadas «ciberreligiones» y las sectas), pero sobre todo trato de señalar los desafíos que hay que mirar con optimismo y discernimiento: la respuesta a las necesidades religiosas más auténticas. El «blog», término nacido de la contracción de dos palabras inglesas, web y log (diario), es una de las realidades más interesantes de la Red. Es un «diario en la Red». Quien tiene uno, escribe cada día pensamientos, ideas, notas, pero también auténticas y extensas reflexiones, incluso muy lúcidas. Cada «blog» está unido a otros «blogs» y todos juntos constituyen un verdadero sistema, definido por lo común como «blogsfera».

¿Existe Dios en estos mundos de los diarios en red? Aunque el dato sea muy relativo, hay cerca de 130 millones de páginas web en las que aparecen juntas las palabras «God» (Dios, en inglés) y «blog». Si buscamos «blogs» religiosos en la web mundial observamos un aumento continuo de presencias. No faltan ideas estimulantes. La revista «Christianity today» habla de una verdadera «revolución teoblógica» y de «blogsfera cristiana». Es muy variada e incluye espacios de reflexión y debate teológico entre estudiantes, «blogs» ligados a revistas cristianas, espacios personales, incluso de pastores y sacerdotes de inspiración religiosa.

–¿Es posible recorrer un camino espiritual en red?

–Padre Spadaro: El hombre en búsqueda de Dios hoy se pone también frente a una pantalla e inicia una navegación. Queda el riesgo de hacerse la ilusión de que lo sagrado y lo religioso está al alcance del «ratón»: basta un clic para pasar de un sitio de neobrujería al de una aparición mariana, o de un templo neopagano a un sitio de cristianos tradicionalistas. La red, por el hecho de que contiene de todo, puede compararse a una especie de gran supermercado de lo religioso. La Iglesia en cambio no es nunca un «producto» de la comunicación.

La fe, además, no está hecha sólo de información ni es lugar de mera transmisión, es decir no es sólo una emisora. Y, sin embargo, al observar esta proliferación de lo religioso en la red es posible hacerse una idea de la necesidad profunda de Dios que agita el corazón humano, siempre vivido de manera a menudo alienante y distorsionada. Darse cuenta de estas exigencias significa aprender a moverse en este ambiente digital de manera apropiada, proponiendo iniciativas adecuadas: la posibilidad de un diálogo espiritual, de tener puntos de meditación publicados de manera periódica, o enviados vía correo electrónico, y otras iniciativas.

–¿La falta de una relación que no sea virtual no es un límite grave?

–Padre Spadaro: El motivo que impulsa a entablar relaciones en red depende del tipo de relación que se crea. Presenta a la vez elementos contradictorios. En sí mismo es anónimo e impersonal, ya que cada uno puede hacer creer lo que no es en cuanto a edad, sexo, profesión, expresándose sin los límites que da la propia identidad pública. En la red, se dialoga como «aquél que uno quiere ser». Precisamente por esto el diálogo es también muy confidencial porque permite decir de sí mismo cosas que de otro modo una persona difícilmente diría en su papel cotidiano. Se puede dar una apertura completa y un gran nivel de autenticidad pero, por otra parte, se puede también caer en una espontaneidad sin límites y sin pudor. El ciberespacio es un lugar emotivamente caliente y no álgidamente tecnológico, como podría pensarse.

La relación en la red por tanto puede ser anónima pero también extremamente «verdadera». Sin embargo, siempre hay que recordar que la Iglesia es espacio de comunicación y testimonio vivido del mensaje que se anuncia. Las relaciones en la red en cambio corren el riesgo de acostumbrar a la inutilidad de la mediación, encarnada en un cierto momento o lugar y, por tanto, a la inutilidad del testimonio y la comunicación con autoridad. Benedicto XVI lo subrayó recientemente: se debe «lamentablemente constatar que no siempre hoy las nuevas tecnologías y los medios de comunicación favorecen las relaciones personales» (Discurso al encuentro «Univ2006»). Por tanto, la relación en la red hay que considerarla como una oportunidad que hay que acoger con espíritu confiado, pero también de atento discernimiento, en particular, viendo si crea relaciones «verdaderas». Sucede a menudo que, cuando una relación iniciada en la red se hace significativa, luego impulsa al encuentro real. Empieza a no ser raro encontrar personas con dirección espiritual o incluso en camino vocacional que han iniciado su itinerario en red.

— ¿Es posible llevar a cabo un diálogo teológico?

–Padre Spadaro: Si la red puede ser lugar de diálogo espiritual, también ciertamente puede abrir al diálogo interreligioso y teológico, espacios que antes no existían. La articulación crítica y la mediación del saber de la fe, que es la tarea primera de la teología, se realiza siempre en un contexto de pensamiento, lenguaje, imágenes, cultura y, por tanto, de «comunicación». La red provoca una mutación en el modo de vivir las instancias de comunicación y de comunión. Pensamos en la comunicación constante entre personas que trabajan en una misma idea que, sin embargo, viven en diversas partes del mundo y que no se conocen personalmente. Realizan mutuamente, si entran en una fuerte relación, una especie de «conciencia común». Esto ciertamente tiene repercusiones en el ámbito teológico, tanto más si la comunicación se da entre personas que, por cultura y formación, usan metáforas, imágenes y lenguajes diferentes para hablar de Dios y comunicar la fe. ¿Qué efectos tendrá esto sobre el conocimiento y la comunicación teológica? Es una pregunta que afecta a la teología a varios niveles. Los primeros niveles son ciertamente los del estudio, que usa teorías, modelos, métodos de la ciencia de las comunicaciones capaces de ayudar a la propia reflexión sobre la fe y a la manera de comunicar la teología. Un modelo de teología de la Revelación de tipo «verbal», que encuadra al hombre como «oyente de la Palabra» y, si queremos, el modelo de la antena parabólica apuntada al cielo, o el del hombre-radar, corren el riesgo de no ser tan explícitos como en el pasado. Si antes, el hombre era «visualizable» como un ser en búsqueda de una respuesta
a su vida, se le puede enmarcar más bien como una persona en espera de elegir, seleccionar, discernir, ante la respuesta más adecuada y satisfactoria. Debe, en resumen, aprender tanto a buscar como a encontrar. La red ofrece a la teología nuevas oportunidades y, al mismo tiempo, lanza desafíos tanto de tipo metodológico como especulativo.

–En un capítulo, usted habla de la red como modelo de Iglesia, ¿por qué?

–Padre Spadaro: Las relaciones en la red funcionan si las conexiones están siempre activas: en el momento en que un nodo o una conexión se interrumpiera, la información no pasaría y la relación sería imposible. Si se piensa en la vid, en la que por los sarmientos corre la misma savia, nos damos cuenta de que no estamos muy lejos de la imagen de Internet. Por tanto, la red es una imagen de la Iglesia, en la medida en que se la entiende como un cuerpo vivo, si todas sus relaciones internas son vitales.

Por otra parte, la universalidad de la Iglesia y la misión del anuncio «a todas las gentes» refuerzan la percepción de que la red pueda proporcionar un modelo de un cierto valor eclesiológico.

Pero la imagen puede resultar ambigua: la Iglesia no podrá nunca ser entendida únicamente como una «comunidad virtual», ni «reducirse» a una red autorreferencial. La Iglesia no es una red de relaciones inmanentes, sino que tiene siempre un principio y un fundamento «externo». Si las relaciones en red dependen de la presencia y del eficaz funcionamiento de los instrumentos de comunicación, la comunión eclesial es radicalmente un «don» del Espíritu.

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ZENIT Staff

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