ROMA, jueves, 6 julio 2006 (ZENIT.org).- Este jueves, fiesta de Santa María Goretti –martirizada a los once años de edad–, las celebraciones en la localidad de Nettuno (cerca de Roma) recuerdan también la conversión de quien la asesinó.
Originaria de Corinaldo (Italia), donde nació en 1890, María Goretti pasó su infancia en Nettuno; se ocupaba de ayudar a su madre en las tareas domésticas. Era asidua a la oración.
El 6 de julio de 1902 fue amenazada con un punzón por Alessandro Serenelli, un joven que trató de abusar de ella; ésta prefirió morir a pecar. Durante su agonía perdonó a su atacante, quién se convirtió hace exactamente un siglo.
En el apretado programa de celebraciones de este jueves –del que se hace eco «Avvenire»–, en el Santuario de Nuestra Señora de las Gracias (de Nettuno) –que custodia el cuerpo de la pequeña santa–, se recuerda el sueño que tuvo en 1906 el agresor en la cárcel siciliana de Noto, donde permaneció encerrado hasta 1918.
En la celda 45, en la planta baja, se apareció María Goretti en sueños a Alessandro; iba vestida de blanco, y recogía azucenas también blancas que, poniéndolas en las manos de su asesino, se transformaban en luces encendidas similares a velas.
En la celda donde Serenelli estuvo encerrado quince años hay actualmente una capilla.
Todo el día se han celebrado, en Nuestra Señora de las Gracias, Misas a cada hora en el altar sobre el sepulcro de Marietta, como la llamaban en su familia.
En preparación a la fiesta, en la noche del sábado pasado tuvo lugar la XX edición de la ya tradicional peregrinación de 10 kilómetros a pié con destino a Le Ferriere, en la casa del martirio de María Goretti.
Miles fueron los participantes en un recorrido hecho de oración, cantos, lecturas, reflexiones, un Via Crucis en recuerdo de las víctimas de violencias y los testimonios de algunos jóvenes de la Comunidad «Nuevos Horizontes». Jóvenes que han experimentado la detención y que, como Serenelli, «tras un atormentado itinerario, de la culpa al arrepentimiento, han llegado a la gracia», comenta el padre Giovanni Alberti –del santuario di Nettuno— al diario italiano.
El lugar es meta anual de un millón de peregrinos de todo el mundo, cuya devoción por Marietta crece de año en año.
Juan Pablo II consideraba que, entre los datos del testimonio heroico de Santa María Goretti, merecía particular atención «el perdón ofrecido al asesino y el deseo de poderle reencontrar, un día, en el paraíso».
«Se trata de un mensaje espiritual y social de extraordinaria relevancia para este tiempo nuestro», advirtió –hace hoy cuatro años– el fallecido Papa, en su mensaje con ocasión del centenario de la muerte de Marietta.
«¡Que la humanidad se pueda introducir con decisión en el camino de la misericordia y del perdón! El asesino de María Goretti reconoció la culpa cometida, pidió perdón a Dios y a la familia de la mártir, expió con convicción el propio crimen y durante toda la vida se mantuvo en estas disposiciones de espíritu», recalcó Juan Pablo II.
«La madre de la Santa, por su parte, le ofreció sin reticencias el perdón de la familia –recordó– en la sala del tribunal donde se celebró el proceso».
Las palabras del anterior pontífice se dirigieron también a los jóvenes de hoy: «saben que no están solos. Santa María Goretti y tantos adolescentes, que en el curso de los siglos pagaron con el martirio la adhesión al Evangelio, están a su lado para infundir en sus ánimos la fuerza de permanecer firmes en la fidelidad».