LONDRES, sábado, 22 julio 2006 (ZENIT.org).- Las últimas decisiones de la Iglesia anglicana en Gran Bretaña y Estados Unidos han levantado el espectro de más divisiones. Hace dos semanas, el Sínodo de la Iglesia de Inglaterra votó a favor de permitir que las mujeres se ordenasen obispos.

14 de las 38 iglesias anglicanas autónomas de otros países habían aprobado ya que las mujeres pudieran ser consagradas como obispos, informó el 10 de julio la BBC. La decisión británica, sin embargo, ha sido importante dado el estatus de Inglaterra como hogar del anglicanismo.

Durante el debate del sínodo, el arzobispo de Canterbury, Rowan Williams, indicó a los participantes que los obispos tenían un papel de liderazgo especial en la Iglesia, y que sólo porque hubiera mujeres sacerdotes, no significaba que fuera legítimo que hubiera mujeres obispos, informaba la BBC. Al final el voto fue de 288 a favor de las mujeres obispos y 119 en contra.

Poco antes de la votación se conocieron los datos que revelaban el aumento de la presencia del clero femenino. Catorce años después del visto bueno a las mujeres sacerdotes en el Reino Unido, 283 mujeres fueron admitidas en el seminario el año pasado, en comparación con los 295 hombres, informaba el Times de Londres el 24 de junio.

La experiencia de la Iglesia anglicana en Gran Bretaña era analizada recientemente por Hilary De Lyon, directora ejecutiva del Royal College of General Practitioners. Contribuyó con un capítulo al estudio «Production Values: Futures for professionalism», publicado el 22 de junio por fundación de pensamiento británica Demos.

Las primeras mujeres diaconisas fueron ordenadas en 1987, y se permitió el sacerdocio pleno para las mujeres en 1994, explicaba De Lyon. Aunque sólo han pasado 12 años desde que las primeras mujeres fueran ordenadas, ya comprenden el 20% del clero, y ocupan el 50% de los puestos no retribuidos ocupados por sacerdotes. Además, ocupan sólo uno de cada seis puestos pagados y uno de cada cinco de las capellanías.

Una iglesia de dos niveles
La última votación ha tenido lugar tras un largo periodo de tensiones en la Iglesia anglicana. Poco antes del sínodo, el arzobispo de Canterbury anunció que se debería pedir a todas las iglesias nacionales que firmaran un convenio declarando que creían en los principios bíblicos básicos de la doctrina anglicana, informó el Times el 28 de junio.

Williams amenazó con excluir a quienes rechazaran firmar la declaración de ser miembros plenos de la Iglesia, para convertirse en «asociados». Los anglicanos discutirán la propuesta en la Conferencia de Lambeth en el 2008.

La desunión anglicana no es la única amenaza, las relaciones ecuménicas también están en duda. Antes de la votación, el cardenal Walter Kasper, presidente del Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos, advirtió que permitir que las mujeres se ordenasen obispos complicaría más los intentos de lograr la unidad.

En los comentarios publicados en el Times, el 7 de junio, el cardenal afirmaba que esto sería como la ordenación de mujeres como sacerdotes que condujo a un «enfriamiento» en las relaciones entre las dos iglesias. La llegada de las mujeres obispos sería un «jarro de agua fría grave y duradero». También advirtió que «sin identidad, ninguna sociedad, y menos una iglesia, puede sobrevivir».

Divisiones en los Estados Unidos
Al otro lado del Atlántico, la rama americana de la Iglesia anglicana, los episcopalianos, siguen agitados por disputas. En mayo, los episcopalianos de San Francisco rechazaron la elección de un homosexual como obispo local, informaba el 7 de mayo el Washington Post. En su lugar eligieron a Mark Handley Andrus, actualmente obispo sufragáneo de la diócesis de Alabama.

Andrus concurría con otros seis candidatos, tres de los cuales vivían abiertamente con sus parejas del mismo sexo, según el artículo del Post.

Pero la controversia del mes siguiente surgió de la elección, por la Convención Episcopal General, del obispo de Nevada, Jefferts Schori, como su líder en Norteamérica. Es la primera mujer en encabezar una agrupación nacional de la comunión anglicana, informaba el 19 de junio el Washington Post.

Su elección levantó preocupación de forma inmediata. Schori había respaldado la elección de un homosexual declarado, V. Gene Robertson, como obispo en el 2003. Antes de esto, no se había consagrado ningún obispo abiertamente homosexual en la historia de la Iglesia anglicana. Además, el mismo encuentro de episcopalianos norteamericanos que eligió a Schori rechazó que se impusiera una moratoria sobre la elección de más obispos homosexuales, informó Reuters el 20 de junio.

Como reacción a la elección de Schori, el obispo de Rochester, Inglaterra, Michael Nazir-Ali, afirmó que las divisiones entre liberales y conservadores eran tan profundas que ya no es posible un compromiso. Sus comentarios se incluían en una entrevista publicada el 19 de junio en el periódico británico Telegraph.

«Los anglicanos suelen rehuir algunas cosas, pero creo que este es un tema tan grave que no hay forma de rehuirlo», afirmaba el obispo Nazir-Ali.

Los obispos anglicanos de Nigeria tuvieron palabras incluso más fuertes, afirmando que la rama de Estados Unidos es un»bulto cancerígeno» que debería «suprimirse», informaba la BBC el 4 de julio.

Surgieron dudas sobre a dónde conduciría a los episcopalianos Schori con sus declaraciones en los días que siguieron a su elección. En un sermón poco después de su elección, se refirió a «nuestra madre Jesús», informaba el Times el 22 de junio.

Luego, en una entrevista publicada el 17 de julio en la revista Time, se le preguntó a Schori: «¿En qué se centrará como cabeza de la Iglesia en Estados Unidos?». Ella replicó: «Es necesario que nos centremos en alimentar a la gente que se va a la cama hambrienta, en proporcionar educación primaria a chicas y chicos, en curar a las personas con Sida, en luchar contra la tuberculosis y la malaria, en el desarrollo sostenible. En esto debemos centrarnos».

Fusión
La serie de prioridades subrayadas por Schori fueron duramente criticadas por Charlotte Allen, editora de Catolicism, en un artículo de opinión publicado el 9 de julio en el Los Angeles Times. La fragmentación del anglicanismo, explicaba, no sólo se debe a disputas doctrinales. «También tiene que ver con la fusión del cristianismo liberal», afirmaba.

El cristianismo liberal fue saludado como el futuro de la Iglesia cristiana, pero, observaba Allen, todas las iglesias y movimientos dentro de las iglesias que han «desdibujado la doctrina y suavizado los preceptos morales han declinado demográficamente y, en el caso de la Iglesia Episcopaliana, se han desintegrado».

«Cuando una iglesia no se toma a sí misma en serio, no lo hacen sus miembros», sostenía Allen. No hace mucho, en 1960, iglesias como los episcopalianos, presbiterianos, metodistas y luteranos sumaban el 40% de los protestantes norteamericanos. Hoy el número se ha precipitado hasta cerca del 12%.

Allen citaba datos del Hartford Institute for Religious Research, que mostraban que en 1965 había 3,4 millones de episcopalianos; hoy, hay 2,3 millones.

Sus comentarios se hacían eco de la tesis del libro, «Exodus: Why Americans are Fleeing Liberal Churches for Conservative Christianity» (Sentinel), publicado el año pasado. Según el autor, Dave Shiflett, los norteamericanos están dejando las confesiones liberales por las iglesias que predican normas morales estrictas y mantienen las creencias tradicionales.

Los teólogos y obispos liberales consiguen una amplia cobertura en los medios de comunicación, observa Shiflett. Pero el parroquiano medio quiere asistir a una iglesia donde pueda encontrar algo que no se obtiene en otra parte , lo que no incluye las opiniones de moda sobre los temas actuales. «Quieren la Buena Noticia, no las opiniones políticas del ministro ni elucubraciones intelectuales».

Shiflett explicaba que los datos del Glenmary Research Center sobre la pertenencia a iglesias mostraban que las denominaciones conservadores están creciendo de forma rápida. Estos incluye la Convención Baptista del Sur, con un incremento del 5% en la década 1990-2000; y los grupos pentecostales como las Asambleas de Dios, y la Iglesia de Dios, con un incremento del 18,5% y del 40%, respectivamente, en el mismo periodo.

Como observación general, las iglesias que se adhieren a las enseñanzas tradicionales ofrecen la verdad trascendente y exigen un alto compromiso de sus miembros son las que gozan de crecimiento. Seguir las últimas tendencias liberales, por otro lado, lleva al declive. Algo que todos los cristianos deberían considerar.