Director de «Radio Vaticana»: Lo que evidenció el Encuentro Mundial de las Familias

El padre Federico Lombardi hace balance de la gran cita con el Papa en Valencia (España)

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ROMA, lunes, 10 julio 2006 (ZENIT.org).- Un mensaje de esperanza para la familia que requiere, sin embargo, la toma de conciencia de lo que está «en juego» y un compromiso por parte de todos: es la síntesis que hace del recién concluido V Encuentro Mundial de las Familias (EMF) el director general de «Radio Vaticana», el padre Federico Lombardi.

Con un millón y medio de participantes, la ciudad española de Valencia ha acogido una «gran reunión de fe y de oración en torno al Papa», describió el jesuita en la emisora pontificia el domingo.

Y en ese marco se ha visto a «las familias católicas que testimonian su fe: familias normales, de todas las edades y de todas partes del mundo, familias de personas que se quieren, que creen que Dios les ha dado un gran don, el de un amor fiel, capaz de darse y de dar vida, capaz de acogida y de solidaridad, y se comprometen a custodiarlo y ruegan para que Dios lo conserve», describe.

«Estas familias, por fortuna, son muy numerosas, y el encuentro de Valencia lo dice. Dice que el amor cristiano es posible», constata.

Pero «también quienes no han conocido este don o lo han visto fracasar son hoy muy numerosos; frecuentemente lo sufren profundamente», reconoce.

Y «muchos de ellos piensan que la afirmación de la prioridad de la libertad individual se corresponde mejor a la situación de la sociedad de hoy y de mañana, antes que la insistencia a contracorriente sobre el valor de la fidelidad y de la estabilidad», prosigue el padre Lombardi.

«Cuando se eligió Valencia para este encuentro, no se podía imaginar que España se convertiría en uno de los lugares más dramáticamente expresivos de esta situación de alternativa ante el futuro, por la presencia simultánea de una antigua tradición católica y de una legislación orientada en dirección profundamente diferente», observa el jesuita.

En efecto, fue en enero de 2003 cuando Juan Pablo II anunció que el V EMF se celebraría en Valencia en 2006, decisión que ratificó su sucesor, Benedicto XVI.

A su paso por Valencia, «las palabras del Papa han sido claras y serenas. Decir aquello en lo que se cree es un deber, para el Papa una misión. No existe intención polémica: se trata de hacer entender qué está verdaderamente en juego», aclara.

Y lo que está en juego, alerta el sacerdote, «es uno de los sitios fundamentales, es más, el lugar más originario de la experiencia del amor y por lo tanto de la calidad y de la bondad de las relaciones humanas. Y esto es un bien demasiado grande para todos como para poderlo descuidar».

Es «un bien que hay que proteger para hoy y para mañana, porque lamentablemente la sociedad puede también perderlo o verlo convertirse en algo tan raro que lo considere excepcional y ya no un punto de referencia común», recalca.

Y «deben hacer su parte» «la Iglesia, las familias católicas» y «todas las personas de buena voluntad de toda confesión y credo», considera.

Pues «más allá de la proclamación de principio, está la pastoral diaria y el testimonio de la vida», y ésta, «a pesar de las grandes dificultades», «permite transmitir valores positivos de una generación a otra, de una persona a otra», subraya el padre Lombardi.

«Esperamos que Valencia sea un mensaje de esperanza para todos aquellos que humilde y concretamente, en todo lugar del mundo, se comprometen para que el amor encuentre los caminos para mantenerse y manifestarse. Es esto, de hecho, el signo de que la persona humana es imagen de Dios», concluye.

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ZENIT Staff

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