Un comunicado de este jueves de la Sala de Prensa vaticana difunde el núcleo elegido por el Santo Padre para su próxima reflexión .
El tema «expresa la convicción de que el respeto de la dignidad de la persona humana es una condición esencial para la paz de la familia humana», apunta el comunicado.
En efecto, la dignidad humana –añade-- «es el sello impreso por Dios en el hombre, creado a Su imagen y semejanza (Gn 1, 26-27), es el signo del destino común de la humanidad y el fundamento del amor por Dios y por el prójimo».
Y «sólo con la conciencia de la trascendente dignidad de cada hombre y mujer la familia humana está en el camino que lleva a la paz y a la comunión con Dios –dice la nota--. Afirma de hecho Benedicto XVI» en su Encíclica «Deus Caritas est» que «el amor del prójimo es un camino para encontrar también a Dios» (n.16).
Se detiene la nota vaticana en las amenazas que se ciernen actualmente sobre la dignidad humana.
«Hoy, probablemente con fuerza persuasiva y medios más eficaces que en el pasado, la dignidad humana está amenazada por ideologías aberrantes, agredida por un uso distorsionado de la ciencia y de la técnica, contradicha por difundidos estilos de vida incongruentes», observa.
Alude explícitamente a «ideologías marcadas de nihilismo», o al «fanatismo (materialista o religioso)», que «pretenden negar o imponer presuntas verdades sobre la realidad, sobre el hombre o sobre Dios».
Y no omite que «la ciencia y la técnica (la biomedicina en particular) frecuentemente, más que servir al bien común de la humanidad, son instrumentos de una visión egoísta del progreso y del bienestar».
«Finalmente, la propaganda y la creciente aceptación de estilos de vida desordenados y contrarios a la dignidad humana van debilitando los corazones y las mentes de las personas hasta apagar el deseo de una convivencia ordenada y pacífica», advierte.
«Todo ello –publica la nota— representa una amenaza para la humanidad, ya que la paz está en peligro cuando no se respeta la dignidad humana y cuando la convivencia social no busca el bien común».
A estos «desafíos del tiempo presente», la Iglesia –cuya misión es «anunciar el Evangelio de la Vida, la centralidad del hombre en el universo y el amor de Dios por la humanidad»-- «responde con una antropología cristiana fundada en tres pilares».
Éstos son «la dignidad, la sociabilidad y la acción del hombre en el mundo que debe ir orientada según el orden impreso por Dios en el Universo (Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 37) y en la perspectiva de un humanismo integral y solidario que tienda al desarrollo de todo el hombre y de todos los hombres (Pablo VI, Populorum progressio)».
«Toda ofensa a la persona es una amenaza a la paz; toda amenaza a la paz es una ofensa a la verdad de la persona y de Dios: “¡La persona humana es el corazón de la paz!”», concluye el comunicado de la Sala de Prensa de la Santa Sede.
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Jul 13, 2006 00:00