El obispo de Aosta se hace intérprete de la acogida diocesana al Papa

Palabras del obispo Giuseppe Anfossi

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INTROD, domingo, 16 julio 2006 (ZENIT.org).- El primer encuentro público de Benedicto XVI con los fieles en el Valle de Aosta, durante estos días de su descanso en los Alpes italianos, fue introducido por la calurosa bienvenida del obispo local en nombre de todos los presentes.

Visiblemente contento del encuentro con los peregrinos –más de cinco mil–, el Papa escuchó con atención la palabras del prelado, que fueron interrumpidas en numerosas ocasiones por los aplausos de los fieles y las sonrisas y saludos del propio pontífice.

La alusión final del obispo de Aosta sobre la paz arrancó igualmente el aplauso de Benedicto XVI, en una jornada espléndida de encuentro, fiesta y oración.

Transcribimos [y traducimos del italiano] las palabras que, dirigidas a Benedicto XVI, pronunció coloquialmente, sin papeles, el obispo de Aosta, monseñor Giuseppe Anfossi, antes de la intervención del Papa con ocasión del rezo del Ángelus.

* * *

…El año pasado nos despedimos, y este año nos volvemos a encontrar. Sé que usted se encuentra bien, que se siente bien acogido. Estoy feliz de que pueda tener estas vacaciones como usted desea.

La segunda nota es hacerme intérprete de ésta que querría llamar una asamblea, porque no es una multitud: está bien definida. De manera particular quiero poner a los valdostanos en primer lugar, y con ellos, porque nuestra diócesis es diócesis de turismo, a todas las personas que están aquí por turismo, y también a la gente que ha venido a propósito, también de países cercanos, de regiones cercanas… En particular quiero hacerme intérprete de las familias. Cuando usted llegó, tanto en el aeropuerto como a lo largo del camino, la mayor parte de las personas eran papás y mamás con hijos; esto es algo muy bello y debo decir que también había frecuentemente niños enfermos, que son traídos para que usted los bendiga. Haciéndome intérprete de la familia deseo hacerme intérprete también de los jóvenes, que están muy presentes.

La tercera palabra que quiero decirle es que estamos aquí para escucharle, pero creo que hay que decir que es algo muy distinto oírle por televisión, por radio, leerle en periódicos; estar aquí cara a cara es un encuentro, es una gracia particular; creo que ésta es una de las razones por las que somos hoy aquí tan numerosos. Al estar aquí, por lo tanto, próximos, para vernos, sin nada por medio –aún apreciando mucho el servicio (que los medios) nos prestan, a usted, a nosotros, a la Iglesia–, en especial me parece importante apuntar que estamos aquí para oírle. Usted es un Papa al que nosotros escuchamos por las cosas que nos dice.

Y, finalmente, estamos aquí para orar con usted. Es muy importantes orar a la Virgen María y orar con usted. Es costumbre del pueblo cristiano, terminando el rezo del Rosario, añadir un Padre Nuestro, un Ave María, un Gloria al Padre, por las intenciones del Papa. Pensamos que usted está bien situado entre nosotros para saber cuáles son los temas, los problemas que requieren oración. Así que estamos aquí también para orar con usted y le prometemos que rezaremos incluso más después de este encuentro según sus intenciones. Que la Virgen María escuche su oración.

Y después de la nota de las familias, la nota de los jóvenes, añadiría la nota de las vocaciones, y quiero añadir la nota de la paz. La oración número uno que debemos elevar al Señor es que el Señor dé paz.

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ZENIT Staff

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