CIUDAD DEL VATICANO, martes, 25 julio 2006 (ZENIT.org).- «No se pueden transformar las carreteras, medios de comunicación y solidaridad, de desarrollo y civilización, en lugares de luto y de lágrimas». Es el mensaje dirigido a los lectores de «L’Osservatore Romano» por parte del padre Gino Concetti, en un artículo publicado el pasado domingo, con el título «Verano y respeto a la vida. Cuando la carretera se convierte en lugar de luto».
Para el padre Concetti, «el ámbito de la seguridad de la vida abarca todos los espacios en los que la persona humana actúa y obra, ya sea como sujeto individual o como miembro de una sociedad, de una organización y de una estructura».
«En verano, los peligros, los riesgos aumentan por el hecho de que la época veraniega coincide con las vacaciones de la mayor parte de los ciudadanos», informa.
En su comentario, subraya que «quien las circula ejerce un derecho propio pero el ejercicio del derecho conlleva la grave responsabilidad de observar las reglas de la prudencia y de la seguridad».
¿Por qué hay tantos accidentes de carretera? El diario revela que «inicialmente se pensó que una de las causas principales era la inexperiencia de las nuevas generaciones, la facilidad y superficialidad con las que los sujetos afrontaban las diversiones».
Pero «poco a poco el fenómeno ha sido objeto de una reflexión más profunda. De la evolución cultural, de los evidentes rasgos secularistas y utilitaristas, se ha constatado una “filosofía” diversa, que ha entrado en las nuevas generaciones, como “fuente inspiradora” de su actuación y de su comportamiento en el respeto de la vida».
Se ha dado una fractura ética que ha cambiado la situación: «Mientras que el horizonte antropológico estaba unido estrechamente a la visión de la persona humana (…) las opciones en relación con la vida conservaban, al menos en su raíz, la inspiración fundamental de aquellos valores», subraya Concetti.
«La fractura, la separación se ha dado en forma visible cuando se ha afirmado una nueva ética», observa el diario vaticano, recordando que Benedicto XVI, incluso antes de ser elegido pontífice, dedicó sus intervenciones a denunciar «la dictadura del relativismo».
El diario observa que «sin pretender hacer teorías, es indudable que la visión profunda del hombre y de la vida influye en el respeto de la misma y de sus valores».