Cáritas Líbano desbordada para atender al número creciente de inmigrantes

CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 28 julio 2006 (ZENIT.org).- Cáritas Líbano y el Centro de Migrantes dependiente de la misma han alertado sobre las dificultades surgidas por el elevado número de inmigrantes que están demandando ayuda para retornar a sus países de origen.

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«En la mayoría de los casos son empleados del servicio doméstico, mujeres principalmente, muchas de las cuales se encuentran en el país en situación irregular o cuyos patronos les han retenido la paga y la documentación», declara el director del Centro de Migrantes de Cáritas Líbano, Najla Chahda.

«Los hombres tienen menos problema porque tienen amigos, relaciones, pero las mujeres estaban confinadas por sus empleadores en condiciones de semiesclavitud, ahora solas, sin amigos ni relaciones son las más vulnerables», continúa Chahda.

«Cada día entre 200 y 250 personas llegan al Centro en busca de refugio y ayuda para retornar, les hemos buscado alojamiento temporal en colegios públicos y privados, conventos, iglesias, mezquitas, en casas particulares, también les proporcionamos todo lo necesario alimentos, productos higiénicos, medicinas…, pero los precios se han disparado por la prohibición de suministrar víveres a los libaneses y por supuesto también el transporte, hace una semana el precio de un billete de autobús hasta Damasco costaba 200 dólares estadounidenses, hoy cuesta 2.500».

«No tenemos fondos para todo esto necesitamos ayuda urgente, incluso hemos pedido ayuda a los empleadores para que ayuden en las gestiones administrativas o costeen al menos parte del viaje, pero la mayoría de ellos simplemente les arrojaron a la calle sin pagarles».

En Líbano hay más de 90.000 trabajadores cingaleses registrados, al menos 20.000 etíopes y otros tantos filipinos, además de miles de indios y bengalíes.

Con el estallido del conflicto bélico miles de ellos están buscando ayuda para retornar a sus países de origen. Duermen en la calle en largas colas delante de las respectivas embajadas o de los centros, como el de Cáritas, que ayudan para la repatriación.

El servicio jurídico del Centro de Migrantes identifica a cada uno de los demandantes de repatriación, abre una ficha y un expediente, entrega un certificado de emergencia, comprueba su documentación con la embajada, y la existencia de un salvoconducto para abandonar el país. Otro equipo se encarga del transporte, de escoltarles hasta la frontera con Siria, de los billetes, el alojamiento y manutención en tránsito y entregan una pequeña cantidad de dinero de bolsillo.

La prioridad de Cáritas es la atención a los inmigrantes detenidos, se encuentran en centros de retención o prisiones por no tener papeles, los trabajadores sociales del Centro de Migrantes de Cáritas les acompañan cada día, para gestionar su salida del país sin que vuelvan a ser detenidos y presionan al gobierno para que garantice su salida. Todo este dispositivo funciona gracias a la coordinación de las Cáritas implicadas: Cáritas Siria, Jordania y Sri Lanka con quién Cáritas Líbano está coordinando un vasto dispositivo de repatriación, además el Centro de Migrantes está colaborando con las embajadas de Sri Lanka, Filipinas y Etiopía para evacuar a los más vulnerables.

Hasta ahora el Centro de Migrantes ha repatriado a 1.326 cingaleses y otros 300 etíopes, pero aún quedan 5.000 cingaleses, 1.000 etíopes, 1.000 filipinos y 500 sudaneses esperando ser repatriados.

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ZENIT Staff

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