Redescubriendo a san Ignacio de Loyola en Roma

Con Donna Orsuto, directora del «Lay Centre at Foyer Unitas»

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ROMA, viernes, 28 julio 2006 (ZENIT.org).- En el mes de julio, ha tenido lugar en Roma un curso especial sobre Ignacio de Loyola por iniciativa del «Lay Centre at Foyer Unitas», residencia y centro de formación para laicos que estudian teología en la Ciudad Eterna

El curso, «Orar en Roma desde los mártires hasta san Ignacio de Loyola: historia, arquitectura y espiritualidad», fue pensando en especial para un grupo de la parroquia de la Santísima Trinidad (Georgetown, Washington, D.C.) y organizado en el contexto del Año de Oración Ignaciano.

El 31 de julio la Iglesia celebrará la festividad de este santo fundador de la Compañía de Jesús y el 450 aniversario de su fallecimiento en Roma.

Del grupo han formado parte profesionales, incluidos algunos abogados, funcionarios gubernamentales y diplomáticos.

En una sesión matinal, Donna Orsuto, que es también profesora de Universidad Pontificia Gregoriana, habló de la espiritualidad del fundador de los jesuitas. Una tarde, bajo la guía del doctor David Dawson Vasquez, se visitaron los diversos lugares ignacianos de Roma, incluida la iglesia de san Ignacio.

El punto crucial de la peregrinación fue la Eucaristía celebrada en las habitaciones de san Ignacio, en las que oraba, trabajaba y murió en 1556. «Parecía justo que quinientos años después un grupo de peregrinos laicos se reuniera con gratitud por la influencia que el santo sigue teniendo en su vida», explica Orsuto a Zenit.

«Esto demuestra que, en el curso de los años, la espiritualidad ignaciana se ha difundido más allá de la Compañía de Jesús, tocando la vida de los laicos», constata.

En su lección sobre la espiritualidad ignaciana, Orsuto sugirió que aunque san Ignacio se consideró siempre un peregrino (y había incluso esperado pasar la vida como peregrino en Jerusalén), permaneció sus últimos 19 años en Roma.

«En realidad, cuando Ignacio llegó a Roma en 1537 era una ciudad más bien pequeña, con poco más de 50.000 habitantes. A pesar de ello, Ignacio quería vivir en el centro, implicarse en diversas actividades como poner en marcha una casa para prostitutas rehabilitadas, predicar Ejercicios Espirituales a ciudadanos importantes, y guiar a sus compañeros que al final fueron desde Europa a todo el mundo», afirmó Orsuto.

«En los últimos años de su vida, Ignacio fue un ciudadano –añadió–, encontrando a Dios en todo», incluso en el corazón de la ciudad.

Orsuto explicó que «el don más grande que Ignacio nos ha dejado son sin embargo sus Ejercicios Espirituales, que ejemplifican el modelo de purificación y transformación en la vida de una persona que se abre a Dios».

«Se refieren a la obra creadora y redentora de Dios, que lleva a una mayor libertad interior para poder reconocer y responder a la llamada de Dios con gran generosidad», concluyó.

El curso era la última etapa de un programa que ha tenido lugar en Roma este verano. La próxima sesión, del 22 al 30 de septiembre, se titula «Mujeres en el Pozo: Voces proféticas en la Iglesia».

En el curso del año, el «Lay Centre», situado en el corazón de Roma, cercano al Coliseo, dispone de varios programas para laicos. El Centro se propone ofrecer, en un ambiente católico, una comunidad residencial internacional, una oportunidad de formación espiritual y un enriquecimiento educativo para laicos y laicas que estudian teología en las Universidades Pontificias de Roma.

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ZENIT Staff

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