MÉXICO, martes, 12 septiembre 2006 (ZENIT.org–El Observador).- Este lunes se inauguró el II Congreso de Doctrina Social Cristiana, organizado por el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), bajo el lema: «Imaginar un Continente para todos Justicia, solidaridad y testimonio del cristiano ante los nuevos desafíos sociales en América Latina y el Caribe».
Durante la inauguración, el arzobispo de Tegucigalpa, cardenal Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga, condenó los sistemas económicos imperantes en América Latina, diciendo que, por culpa de ellos, las democracias del subcontinente «son frágiles y débiles». Por ello, precisó el purpurado hondureño, «el nuevo reto para la Iglesia es sostener un diálogo con el mundo de la política».
«Mientras la democracia avanza la corrupción impera», dijo el cardenal Rodríguez Maradiaga, «es como un cáncer que mina a los países». Aseguró más adelante, que a la Iglesia le preocupa la creciente pobreza del continente, el más inequitativo del mundo, algo que «no nos puede dejar pasivos» a los católicos.
«Ahora está el muro xenofóbico, el de expulsión, el de racismo, por eso el desafío de la Iglesia es acercarse al mundo de la política», puntualizó monseñor Rodríguez Maradiaga.
Antes, en la misa de inicio del Congreso, celebrada en la Basílica de Guadalupe, el cardenal Norberto Rivera Carrera, y arzobispo primado de México, señaló que la Iglesia católica no puede ni debe sustituir al Estado, pero tampoco debe quedarse al margen de la lucha por la justicia.
«Porque ante el reto de conjugar unidad y diversidad en nuestros pueblos, la Iglesia tiene la misión de servir e iluminar (…) porque ante el reto de sanar fracturas, de perdonar, la Iglesia podría ofrecer más y sumar su experiencia», destacó el cardenal Rivera Carrera.
«La Iglesia –subrayó el arzobispo primado de México– no puede ni debe emprender por cuenta propia la empresa política de realizar la sociedad más justa posible. No puede ni debe sustituir al Estado, pero tampoco puede ni debe quedarse al margen de la lucha por la justicia».
En la inauguración del Congreso estuvieron presentes el secretario de Gobernación de México, Carlos Abascal Carranza; el nuncio apostólico en México, monseñor Giuseppe Bertello; el secretario general de la Conferencia del Episcopado Mexicano, monseñor Carlos Aguiar Retes y el cardenal Renato Rafaelle Martino, presidente del Consejo Pontificio de Paz y de Justicia, entre otras personalidades.
Durante la bienvenida a los participantes, el presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social de México, el obispo Luis Artemio Flores, enumeró algunas de las acciones a trabajar: opción por los pobres contra la exclusión; «una bioética que defienda la vida»; rehacer el tejido social, tanto en la familia como en la comunidad política; buscar alternativas para los excluidos; acompañar iniciativas de integración latinoamericana; promover un nuevo modelo de desarrollo y replantear la educación.