LONDRES, sábado, 23 septiembre 2006 (ZENIT.org).- Las mujeres sufren una creciente presión para congelar sus óvulos o donarlos para fines de investigación. Hace poco, una directora de un servicio de fertilidad en West Midlands, Inglaterra, recomendaba que las mujeres congelasen pronto sus óvulos para evitar problemas cuando intenten quedarse embarazadas a una mayor edad.

Los comentarios de Gillian Lockwood tuvieron lugar poco antes del discurso que dio en un encuentro de la Sociedad Británica de Fertilidad en Glasgow, informaba el 7 de septiembre el periódico Scotsman.

«Debería animarse a las mujeres en sus treinta que quieran hijos en el futuro a que consideraran congelar sus óvulos para una utilización futura», afirmaba Lockwood. Aunque muchas mujeres que actualmente congelan sus óvulos lo hacen por razón de problemas médicos como el cáncer, Lockwood afirmaba que el número de las que lo hicieran por razones sociales aumentase.

También se pide a las mujeres que donen sus óvulos para investigación. El gobierno ha dado permiso a un centro de fertilidad inglés en la ciudad de Newcastle, para que pague a las mujeres que se someten al tratamiento de fertilización in vitro para que donen sus óvulos para investigación usando la clonación, informaba el 27 de julio la BBC.

La autorización, de la Autoridad Británica para Fertilización Humana y Embriología, es importante porque se trata de la primera vez que se paga por óvulos para utilizarse en investigación. Antes sólo se permitía a los investigadores que pidieran a las mujeres que donasen sus óvulos. El visto bueno permitirá a los investigadores ofrecer a las parejas que necesitan de la fertilización in vitro, pero que no pueden permitírsela, la posibilidad de ahorrarse parte del coste a cambio de donar óvulos para investigación.

La decisión atrajo las protestas de Josephine Quintavalle, cofundadora de la organización Hands Off Our Ovaries (Fuera las manos de nuestros ovarios). «La principal preocupación debería ser cuál es el mejor interés de la mujer», defendía. «Éste es el tener el tratamiento menos invasivo con el uso mínimo de medicamentos y la recolección mínima de óvulos».

Coalición de fuerzas
En la página web de la organización Hands Off Our Ovaries ésta se describe a sí misma como una «coalición de mujeres a favor de la libre elección y a favor de su vida, preocupada por la creciente explotación de las mujeres en la biotecnología». El pasado 8 de marzo la organización lanzó una campaña contra la recogida y comercialización de óvulos humanos.

En una nota de prensa el 11 de mayo, el grupo explicaba su preocupación por el hecho de que los procesos utilizados para extraer los óvulos «plantean graves riesgos para la salud de las mujeres a corto plazo». A parte de los problemas a corto plazo como la sobreestimulación de los ovarios, la declaración sostenía que el conocimiento de los riesgos a largo plazo es inadecuado.

Entre la documentación de la página web de Hands Off Our Ovaries está una carta con fecha de febrero de 2005, escrita por la doctora Suzanne Parisina, antigua directora médica de la Administración para Alimentación y Medicamentos (FDA) de Estados Unidos.

La doctora observaba que muchos de los medicamentos utilizados en los procedimientos de extracción de óvulos «no han sido estudiados de modo adecuado en cuanto a su seguridad a largo plazo, y ninguno de estos medicamentos ha recibido la aprobación del FDA para estas indicaciones específicas».

Por otro lado, ni los gobiernos ni los médicos han pedido a las empresas farmacéuticas que recopilen datos seguros de los medicamentos utilizados en la fertilización in vitro sobre el riesgo de cáncer y otras graves enfermedades, advertía Parisina.

Estas preocupaciones encontraron eco en un artículo de opinión publicado por Katrina George en el periódico Australian el 17 de agosto. George es una de las miembros australianas de Hands Off Our Ovaries. Actualmente está en curso en Australia el debate sobre la investigación con células madre a la luz de posibles cambios en la legislación federal.

George comentaba que se da mucho bombo al hecho de los posibles beneficios de las células madre de embriones, pero se silencian los intereses de las mujeres. Clonar embriones para obtener células madre, explicaba, requiere un gran aporte de óvulos, que no siempre se hace sin riesgos. Sólo una semana antes, la prensa informaba de una mujer sometida a fertilización in vitro en Gran Bretaña que había muerto tras obtener sus óvulos.

Cerdos de Guinea

«La clonación se suma a la modificación de los cuerpos de las mujeres», objetaba George. Existe preocupación, además, de que se presione a las mujeres para dar su consentimiento a la donación de sus óvulos. Y los incentivos monetarios pueden inducir a las mujeres pobres a someterse al tratamiento, sin considerar suficientemente los riesgos para la salud. «Los políticos y los científicos no deben usar a las mujeres como cerdos de Guinea en una tecnología que no ha dado beneficios probados», concluía.

Tales preocupaciones recibieron el apoyo de un estudio publicado el 9 de agosto en la revista Nature. El artículo, titulado «Health Effects of Egg Donation May Take Decades to Emerge» (Los efectos para la salud de la donación de óvulos pueden tardar décadas en emerger), explicaba que los especialistas en medicina reproductiva consideran que no hay suficiente información sobre los riesgos a largo plazo de los medicamentos utilizados para estimular la ovulación.

De hecho, algunos estudios sugieren que los medicamentos pueden relacionarse con el desarrollo de determinados cánceres. Uno de estos, llevado a cabo por Louise Brinton del Instituto Nacional para el Cáncer de Estados Unidos, en Bethesda, Maryland, recopilaba los informes médicos de más de 12.000 mujeres que recibieron medicamentos de estimulación de la ovulación entre 1965 y 1988. Entre los resultados se hallaba el hallazgo de que las mujeres tenían cerca de 1,8 veces más riesgo de desarrollar cáncer de útero.

También ha surgido preocupación en España, tras una campaña publicitaria de una clínica en Barcelona para atraer donantes de óvulos. Según un reportaje del 2 de agosto en ABC, la clínica necesita óvulos para llevar a cabo sus tratamientos de fertilidad.

Además de en español y en catalán, los anuncios fueron publicados en ruso y polaco. Esto llevó a los miembros del Parlamento Europeo a sospechar que la clínica apuntaba a las mujeres inmigrantes pobres. Se busca a las mujeres de Rusia y Polonia para donar óvulos, porque muchos de los que se someten a tratamientos de fertilización in vitro expresan sus preferencias por niños rubios de ojos azules.

Aunque bajo las leyes españolas no se permite pagar por la donación de óvulos, la clínica ofrecía entre 500 y 900 euros (de 633 a 1.140 dólares) para pagar por el «malestar» sufrido durante el proceso de donación de óvulos. Tras los anuncios, la Comisión Europea pidió a las autoridades locales que investigasen la cuestión de los pagos monetarios.

Comercio de bebés

Otros problemas fueron puestos de relieve en un largo artículo publicado en el periódico inglés Daily Mail el 18 de julio. El diario denunciaba el comercio floreciente de óvulos humanos de Europa del Este.

Muchas mujeres británicas, entre ellas Patti Farrant de 62 años que dio a luz a principios de julio, utilizan óvulos procedentes de mujeres de países del Este. Las donantes, tentadas por el pago de entre 150 y 300 libras (281 a 562 dólares), que equivalen a varios meses de salario, corren el riesgo de dañar sus propias esperanzas de tener hijos. El artículo citaba casos de mujeres de países como Rumania, cuyos ovarios han quedado tan dañados como resultado de la donación de óvu los que ahora son estériles.

Las mujeres de países como Estados Unidos también corren riesgo, explicaba el 25 de junio el Boston Globe. Las mujeres jóvenes cargadas de deudas o de créditos para la universidad se ven tentadas por los pagos por donar sus óvulos que pueden alcanzar de los 5.000 a los 15.000 dólares.

Según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades en el 2003 hubo en Estados Unidos 14.323 implantaciones de embriones utilizando óvulos donados. No obstante, hay poco control tanto de las prácticas de negocio de la donación de óvulos como de los riesgos para la salud.

«La ciencia sin la conciencia no conduce sino a la ruina del hombre», advertía la «Instrucción sobre el Respeto de la Vida Humana Naciente y la Dignidad de la Procreación» («Donum Vitae») publicada por la Congregación para la Doctrina de la Fe en 1987.

El profético documento, publicado bajo la dirección del cardenal Joseph Ratzinger, observaba que la Iglesia busca defender «al hombre contra los excesos de su mismo poder», permitiendo así a las personas del futuro vivir con «dignidad y libertad». Un futuro ahora más que nunca en riesgo.