ROMA, viernes, 15 septiembre 2006 (ZENIT.org).- Este viernes el Consejo Pontificio Justicia y Paz, junto con la Asociación Internacional para la Doctrina Social Católica, inician una conferencia académica de dos días con el título «La Defensa de la Vida: Una Misión para la Doctrina Social Católica».
Zenit ha entrevistado al padre Thomas D. Williams, decano de la Facultad de Teología del Ateneo Pontificio «Regina Apostolorum» de Roma, que fue invitado a presentar una ponencia sobre la relación entre el aborto y la doctrina social de la Iglesia.
--¿Por qué es necesaria esta conferencia?
--Padre Williams: en su carta de invitación, el cardenal Renato Martino, presidente del Consejo, indicaba con gran franqueza que «la doctrina social de la Iglesia, hasta la fecha, no ha dado el debido énfasis a la defensa de la vida desde la concepción hasta su fin natural».
Una de las preguntas más frecuentes que me hacen, cuando la gente descubre que enseño doctrina social católica en Roma, es si yo incluyo o no la cuestión del aborto y específicamente la encíclica «Evangelium Vitae» en mi curso. La gente quiere saber lo que la doctrina social católica tiene que decir sobre los temas de la vida, y especialmente sobre el aborto.
--Yendo al grano, ¿pertenece el tema del aborto propiamente al área de la doctrina social católica? ¿No es una cuestión para la Bioética?
--Padre Williams: Tradicionalmente, el aborto no ha sido incluido en la esfera de la doctrina social católica. Recuerden que esta área de estudio —ética social católica— toma como punto fundamental de referencia un cuerpo de textos magisteriales a menudo llamados «encíclicas sociales», formalmente iniciados con la encíclica «Rerum Novarum» del Papa León XIII en 1891, y que llegan hasta la encíclica «Centesimus Annus» de Juan Pablo II en 1991. En el canon informal de «encíclicas sociales», la palabra aborto aparece apenas cuatro veces, y el tema nunca es afrontado con profundidad. Por esta razón, normalmente se excluye de los cursos de doctrina social, y es considerado tema para otras disciplinas.
--Pero siendo un tema social importante, ¿por qué el aborto ha sido ignorado en las encíclicas sociales?
--Padre Williams: Históricamente, las encíclicas sociales, y la misma doctrina social católica hasta cierto punto, derivan de una única carta encíclica: La «Rerum Novarum» de León XIII. Las otras encíclicas sociales han procurado mantener una estrecha relación con la «Rerum Novarum» y con frecuencia fueron escritas para conmemorar importantes aniversarios del texto Leonino. Tanto el Papa Pío XI como el Papa Juan XXIII llamaron a la «Rerum Novarum» la «Carta Magna» del pensamiento social de la Iglesia, y el Papa Juan Pablo II dijo que ésta estableció «un paradigma permanente para la Iglesia».
Debido a la importancia de la «Rerum Novarum», las posteriores encíclicas han actualizado el análisis ético de la cuestión social a la luz de la nuevas realidades, pero generalmente siguiendo las categorías establecidas por la «Rerum Novarum». Por consiguiente, el enfoque inicial sobre la cuestión económica no ha dejado nunca su lugar central en el pensamiento social católico.
Mientras que la «Rerum Novarum» trató hábilmente el problema social, analizando la solución socialista y reafirmando la creencia católica en un derecho natural a la propiedad privada, no se ocupó de dar cabida a otras cuestiones esenciales de justicia social. León no tenía intención de redactar un tratado completo de ética social cristiana. La «Rerum Novarum» fue una cuidadosa respuesta a una preocupación pastoral apremiante, pero esperar encontrar en ella el modelo del pensamiento de la Iglesia sobre todo tema social es pedir más de lo que un documento como éste puede dar.
--¿Se han hecho esfuerzos para llenar esta laguna?
--Padre Williams: Antes que nada me apresuro a aclarar que el magisterio papal no ha sido en lo más mínimo silencioso o poco claro sobre el problema del aborto. En numerosas ocasiones, el Papa Juan Pablo II habló enérgicamente sobre la cuestión y su encíclica «Evangelium vitae» afronta el tema del aborto con gran profundidad y extensión.
En esta encíclica el Papa Juan Pablo II quiso vincular expresamente la cuestión del aborto con la Doctrina social de la Iglesia. Comparó el aborto como injusticia social a la cuestión obrera, afrontada por León en 1891. Estas son palabras de Juan Pablo: «Así como hace un siglo la clase obrera estaba oprimida en sus derechos fundamentales, y la Iglesia tomó su defensa con gran valentía, proclamando los derechos sacrosantos de la persona del trabajador, así ahora, cuando otra categoría de personas está oprimida en su derecho fundamental a la vida, la Iglesia siente el deber de dar voz, con la misma valentía, a quien no tiene voz» (nº 5).
--¿Entonces la Iglesia ve el aborto como un asunto de justicia social?
Padre Williams: Así es. El principio rector de todo el campo de la Doctrina social católica es la virtud de la justicia social, con sus principios articuladores de solidaridad, subsidiariedad y bien común. El bien común requiere una organización social que prevea y defienda los derechos humanos, el primero y más básico de los cuales es el derecho a la vida.
La opción preferencial por los pobres, que invita a los cristianos prestar especial atención a quienes están más necesitados, ayuda a jerarquizar nuestras atenciones. Justo como una madre o padre dedica una desproporcionada cantidad de tiempo y energía a un hijo enfermo, sin que por esta razón disminuya el amor por los otros hijos, los cristianos están llamados a centrar sus esfuerzos preferencialmente hacia los más necesitados e indefensos entre nosotros. Aplicando este principio a la sociedad contemporánea, la injusticia social que más grita a la conciencia cristiana es el deliberado y masivo ataque a los miembros más vulnerables de la sociedad, los no nacidos.
--Pero, ¿es el aborto objetivamente más grave que otras injusticias sociales a las que la Iglesia también presta atención? ¿Una coherente ética de la vida no va más allá del aborto?
--Padre Williams: La defensa de la Iglesia de la justicia social abarca todos los temas clave de la vida y la atención a uno no resta importancia a los otros. El aborto, sin embargo, sobresale como un caso singular por varios motivos.
Para enumerar rápidamente las razones de esta singularidad, debemos fijarnos ante todo en la simple magnitud del problema: unos 46 millones de abortos legales al año, que en sí implica un problema social de ingentes proporciones. Segundo, implica la muerte de los más inocentes y vulnerables miembros de la sociedad. Tercero, comete este mal sistemática y legalmente, de modo que confiere al aborto un barniz de legitimidad moral. Dado que la ley informa la conciencia de la gente, la legalidad del aborto refuerza una mentalidad anti-vida y la distingue de otros crímenes ilegales contra la vida. Cuarto, el aborto repite el error histórico de devaluar todo una clase de seres humanos y devaluarlos a un estatus de segunda clase, privados de una dignidad humana básica y de los derechos que derivan de ella.
--¿Cómo contribuye la Doctrina social al debate sobre el aborto que no ofrezca la bioética? ¿Cuál es su aportación específica?
--Padre Williams: Dado que la doctrina social católica aporta tanto a este debate, es imposible hacer justicia aquí a esta pregunta. En su análisis de las dimensiones sociocultural, política, familiar y económica del actuar humano, la doctrina social de la Iglesia ofrece inestimables puntos de referencia para un debate público sobre el aborto.
Como mencioné antes, la enseñanza de la Iglesia sobre el contenido y requisitos del «bi
en común» arroja una luz importante sobre el respeto y reverencia hacia la vida humana como un pilar de una sociedad justa.
Además, el principio de igualdad, basado en la igual dignidad de todos los seres humanos, no sólo cimienta nuestro sistema democrático sino que también exige que no privemos a nadie de esta esencial dignidad. Históricamente los mayores males sociales perpetrados contra la humanidad —genocidio, racismo, sexismo, antisemitismo, aborto, esclavitud— han empezado siempre violando el principio de igualdad, relegando a todo un sector de la familia humana a un estatus de inferioridad, con una dignidad inferior al resto. Dado que los derechos humanos provienen de la dignidad humana, cuando la última se pone en cuestión los derechos caen al mismo tiempo.
Como derecho «legal» el aborto suscita incontables temas sociales que requieren una respuesta razonada: cuestiones de objeción de conciencia, de control demográfico, el estatuto de la ley en una democracia, la función pedagógica de la ley, y el papel de la verdad moral en un sistema democrático, por nombrar algunas.
Y respecto a la política, el aborto también suscita numerosas cuestiones morales: la singularidad del aborto como tema político frente a un enfoque de «túnica inconsútil», la posibilidad de oponerse personalmente mientras que públicamente se apoya la legislación del aborto, la recepción de los sacramentos por políticos públicamente pro aborto, la cooperación en el mal de los votantes y políticos juntos, el apoyo de leyes «imperfectas» sobre la vida, etc.
--¿Por dónde hay que ir a partir de ahora? ¿Cómo puede el aborto ocupar su legítimo lugar en el pensamiento social católico?
--Padre Williams: El primer paso, creo, es tratar la gran encíclica de Juan Pablo sobre temas de la vida, «Evangelium vitae», como una encíclica social e incluirla en cursos y simposios sobre doctrina social católica. Juan Pablo prácticamente nos invita a hacer esto comparando el aborto a la cuestión obrera de la «Rerum Novarum». Sólo esta medida sería un enorme paso en la dirección correcta.
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Sep 15, 2006 00:00