Así lo explica el pontífice en un telegrama de pésame por la muerte de sor Leonella Sgorbati, que falleció perdonando a los dos hombres armados que la mataron en Mogadiscio, junto al hospital pediátrico «SOS Kindergarten» en el que trabajaba.
En el mensaje, enviado en nombre del Santo Padre por el cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado a la madre Gabriella Bono, superiora de la Misioneras de la Consolata, congregación a la que pertenecía la religiosa, el pontífice reafirma su condena de toda forma de violencia.
El mensaje pontificio manifiesta «su cercanía a este instituto misionero, así como a los familiares de la religiosa fallecida, que desempeñaba con alegría una apreciada obra al servicio de las poblaciones de Somalia, especialmente a favor de la vida naciente y en el ámbito de la formación sanitaria».
«Deplorando firmemente toda forma de violencia, Su Santidad desea que la sangre derramada por una discípula tan fiel del Evangelio se convierta en semilla de esperanza para construir una auténtica fraternidad entre los pueblos, en el respeto recíproco de las convicciones religiosas de cada quien», concluye.