ROMA, miércoles, 20 septiembre 2006 (ZENIT.org).- Cuando los obispos de la provincia canadiense de Ontario visitaron a Benedicto XVI y funcionarios de la Curia antes de que el Papa saliera para Alemania, recibieron una cálida bienvenida y regresaron a su país con gran cantidad de materia para reflexionar.
Zenit abordó a los obispos cuando concluían su encuentro con el Papa en Castel Gandolfo, que describieron como entusiasmante y estimulante. Era la conclusión de su quinquenal visita «ad limina apostolorum».
El presidente de la Conferencia Episcopal de Ontario, monseñor Richard Smith, dijo que le «gusta todo lo que este Papa escribe, el mensaje que nos entregó es muy bello y profundo con gran cantidad de oración y meditación tras él».
El obispo Smith dijo que él y sus colegas procuraron llevarse el mensaje del Santo Padre en la continuación de su retiro espiritual, que vivieron la semana pasada, como material de meditación.
«Luego, después de que cada uno reflexione sobre lo que dijo y rece sobre él, en los meses próximos, cuando nos reunamos en nuestros diferentes encuentros de comisiones en Ontario, o en asamblea –explicó el obispo de Pembroke, de 47 años–, podremos dialogar mejor sobre lo que exactamente el mensaje nos pide y cómo puede ser aplicado en los diversos aspectos de nuestro trabajo como Conferencia».
La tarea será crucial. Incluso antes de su regreso a su país, estos prelados canadienses han sido cada vez más atacados por los medios nacionales. Los periodistas predijeron un «rapapolvo papal» por la negligencia de la Iglesia en su deber de evangelizar en un Canadá cada vez más secular.
Pero aunque las palabras del Papa fueron fuertes, estaban claramente llenas de empatía y de consejos cariñosos para su misión de obispos.
El Santo Padre habló de cómo ciertos valores, como la «tolerancia» han sido separados de sus raíces morales y tergiversados.
También advirtió que los cristianos pierden su razón de ser «cuando «creer» es sustituido por «hacer» y «testimoniar» por hablar de «cosas»».
Por eso, los prelados opinan que Benedicto XVI les animó a reflexionar.
El Papa, dijo el obispo Smith, «realmente dio en el clavo cuando dijo dónde necesitamos centrar nuestros esfuerzos. Todo lo basó maravillosamente en su encíclica ‘Deus Caritas Est’, al subrayar la necesidad de recuperar y abrazar de nuevo la verdad del amor de Dios revelado a través de Cristo. Lo que prevalece en su mensaje es el llamamiento al testimonio».
Otro obispo, monseñor James Wingle, de la Diócesis de Santa Catalina, explicó a Zenit «el contexto canadiense».
«Es como lo que sucede en Norteamérica en general –dijo el obispo de 59 años–, un país cautivado por la persecución de la felicidad personal y la libertad, que por supuesto sabemos son altos valores y valores muy auténticos, pero son valores que, si son separados y erradicados de su raíz o núcleo del que brotan, quedan desprovistos de sus premisas ideológicas».
El obispo Wingle puso el ejemplo de la reciente batalla de su país en torno a la cuestión de la definición de matrimonio.
«Por supuesto –aclaró–, nuestro país se ha movido, como otras naciones en el mundo, para redefinir esta fundamental institución en el nombre de lograr lo que se considera como una mayor libertad para una clase, pero de hecho, es un falso valor, porque es contradictorio con la naturaleza de la verdad y la naturaleza del bien».
El obispo Wingle es secundado por un número de los obispos de esta conferencia regional cuando expresa su opinión de que «la espléndida y positiva invitación que el Papa Benedicto nos ha dado como sucesor de Pedro debe ser renovada por nuestra confianza y reforzada por nuestro apego a testimoniar el Evangelio».
El obispo Smith opinó que «un testimonio que brota de la alegría, el encuentro personal con Jesús y la experiencia del amor de Dios en este encuentro es lo que estamos llamados a descubrir de nuevo y ofrecer en los diversos aspectos de nuestro ministerio y servicio».
