Tristeza entre obispos católicos filipinos por el asesinato de un líder protestante

Que denunciaba los crímenes que se comenten en el país

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MANILA, martes, 10 octubre 2006 (ZENIT.org).- El presidente de la Conferencia de los Obispos Católicos de Filipinas (CBCP), el arzobispo Angel Lagdameo, ha hecho llegar la cercanía del episcopado al «Consejo Supremo de la Iglesia Independiente de Filipinas por la muerte del obispo Alberto Ramento», líder anglicano hallado muerto el pasado 3 de octubre.

En una nota de la CBCP se evidencia que, entre las reacciones de los prelados católicos al suceso, las hay de solidaridad y de condena por la incapacidad del gobierno para resolver la serie de asesinatos en el país.

De acuerdo con el arzobispo Lagdameo –al frente de la archidiócesis de Jolo-, es «alarmante e impresionante» cuanto rodea el asesinato de Ramento.

Su cuerpo fue hallado en su rectoría, en Tarlac City; un informe inicial de la policía revela que presentaba al menos tres heridas de arma blanca y otras superficiales que revelan que tuvo que luchar.

Por su parte, la agencia del Pontificio Instituto de Misiones Extranjeras (PIME), «AsiaNews.it», aclara que Ramento, de 69 años, era uno de los líderes de la comunidad protestante Aglipayan.

Igualmente estaba al frente del grupo a favor de los derechos humanos «Karapatan», y por su compromiso por la justicia había recibido ya varias amenazas de muerte.

«Lo que nos entristece y nos impacta más es la manera en que ha muerto este pastor, una voz crítica que se elevó varias veces contra los homicidios políticos en la zona y en el país», explica monseñor Lagdameo según cita la agencia del PIME.

Estos crímenes «siguen aumentando, mientras disminuye la justicia» -prosigue-; «lo que alarma es que hasta ahora no se ha satisfecho la petición de justicia» hacia las víctimas y sus familiares.

En la nota de la CBCP se recogen las palabras del arzobispo de Lingayen-Dagupan, monseñor Oscar Cruz, según el cual Ramento era un hombre pro-humanidad, un hombre para los pobres y los oprimidos.

«Un hombre que denunció los muchos y continuos crímenes en el país ha sido él mismo víctima del desvergonzado asesinato», lamenta.

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ZENIT Staff

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