Las dos lecciones de la traición de Judas Iscariote, según el Papa

Intervención en la audiencia general sobre el apóstol que traicionó a Jesús

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CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 18 octubre 2006 (ZENIT.org).- La traición a Jesús de Judas Iscariote ofrece dos lecciones, según Benedicto XVI: Cristo respeta la libertad del ser humano y espera el arrepentimiento del pecador, pues es misericordioso.

Expuso estas conclusiones a los 30.000 peregrinos que participaron este miércoles en la plaza de San Pedro en la audiencia general, dedicada a presentar la figura del apóstol que por treinta monedas de plata entregó a su Maestro a los miembros del Sanedrín.

Para el obispo de Roma, comprender la vida de Judas significa comprender también aspectos decisivos del misterio de la relación del hombre con Dios.

Incluso tras su muerte, no es posible ofrecer un juicio definitivo, reconoció: «Si bien él se alejó para ahorcarse, a nosotros no nos corresponde juzgar su gesto, poniéndonos en lugar de Dios, quien es infinitamente misericordioso y justo».

Repasando las páginas de los cuatro evangelios, el obispo de Roma subrayó ante todo que formaba parte de los doce apóstoles, como Pedro, Juan o Santiago…

«¿Por qué traicionó a Jesús?», preguntó el Papa al hablar del apóstol que cumplía las funciones de ecónomo.

«Algunos recurren a la avidez por el dinero; otros ofrecen una explicación de carácter mesiánico: Judas habría quedado decepcionado al ver que Jesús no entraba en el programa de liberación político-militar de su propio país», respondió.

El Papa constató que los evangelios «insisten en otro aspecto: Juan dice expresamente que “el diablo había puesto en el corazón a Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarle”».

El Nuevo Testamento, reconoció, «va más allá de las motivaciones históricas y explica lo sucedido basándose en la responsabilidad personal de Judas, quien cedió miserablemente a una tentación del Maligno».

«En todo caso, la traición de Judas sigue siendo un misterio –aseguró–. Jesús le trató como a un amigo, pero en sus invitaciones a seguirle por el camino de las bienaventuranzas no forzaba su voluntad ni le impedía caer en las tentaciones de Satanás, respetando la libertad humana».

Y cuando una persona peca, como Judas, citando el capítulo V de la «Regla» de San Benito de Nursia (480–547), exhortó a «no desesperar nunca de la misericordia de Dios», pues como dice la primera carta del Juan «Dios es mayor que nuestra conciencia» (3, 20).

El Papa sacó, por tanto dos lecciones.

«La primera –señaló–: Jesús respeta nuestra libertad. La segunda: Jesús espera que tengamos la disponibilidad para arrepentirnos y para convertirnos; es rico en misericordia y perdón».

«De hecho, cuando pensamos en el papel negativo que desempeñó Judas, tenemos que enmarcarlo en la manera superior con que Dios dispuso de los acontecimientos», indicó.

Su traición, siguió profundizando, «llevó a la muerte de Jesús, quien transformó este tremendo suplicio en un espacio de amor salvífico y en la entrega de sí mismo al Padre».

«En su misterioso proyecto de salvación –aclaró–, Dios asume el gesto injustificable de Judas como motivo de entrega total del Hijo por la redención del mundo».

Al final de su intervención, el pontífice hizo referencia también a Matías, quien sustituyó a Judas Iscariote por decisión de los once apóstoles, después de haber demostrado fidelidad a Crito durante su vida pública.

«Sacamos de aquí una última lección –aseguró–: si bien en la Iglesia no faltan cristianos indignos y traidores, a cada uno de nosotros nos corresponde contrabalancear el mal que ellos realizan con nuestro testimonio limpio de Jesucristo, nuestro Señor y Salvador».

Con esta meditación, el Papa ha concluido la serie de intervenciones sobre los doce apóstoles que comenzó el 17 de mayo. Forman parte de un conjunto de catequesis sobre los orígenes de la Iglesia y su relación con Cristo, comenzada el 15 de marzo.

Pueden consultarse en la sección «Audiencia del miércoles» de la página web de Zenit (www.zenit.org).

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ZENIT Staff

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