WASHINGTON, viernes, 3 noviembre 2006 (ZENIT.org).- El presidente de la Comisión para la Política Internacional de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos (USCCB) ha pedido a la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, que tome en consideración medidas para ayudar a mejorar la situación, en alarmante deterioro, de los cristianos y de otras minorías religiosas en Irak.
En una carta a Rice, el obispo Thomas G. Wenski de Orlando, Florida, indica que los cristianos iraquíes siguen disminuyendo: si antes de la guerra eran más de 1,2 millones, actualmente se estiman en 600.000 y según el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), más del 40% de los refugiados iraquíes está constituido por cristianos aunque son sólo el 4% de la población de todo Irak.
«El atacar de modo creciente y deliberado a los cristianos es un signo amenazante del derrumbe de la sociedad iraquí basada en el orden civil y respeto interreligioso, y es una grave violación de los derechos humanos y de la libertad religiosa», escribe el obispo Wenski.
En particular denuncia la reciente decapitación de un sacerdote sirio-ortodoxo en Mosul, la crucifixión de un adolescente cristiano en Albasra, el secuestro con fines de extorsión de cuatro sacerdotes y el estupro de mujeres y adolescentes cristianas.
«La vulnerabilidad de los cristianos y de otras minorías religiosas es una prueba dramática de los serios y crecientes desafíos a la seguridad que afronta toda la nación iraquí», dice el obispo estadounidense.
Para mejorar la situación de seguridad de los cristianos y de las otras minorías de Irak, el prelado exhorta al Gobierno de Estados Unidos a tomar en consideración la creación de una nueva «región administrativa», en el área de la llanura de Nínive, y sugiere la idea de proporcionar protección y asistencia a las minorías religiosas en zonas directamente controladas por los kurdos.
Es también necesaria, según el prelado, una revisión urgente de los programas de ayuda a la reconstrucción económica para asegurar que las ayudas sean distribuidas de modo equitativo, de manera que todos los elementos de la sociedad iraquí puedan reconstruir sus comunidades.
Monseñor Wenski ha pedido por último al Gobierno de su país que adopte una política de asilo para los refugiados más generosa, incluida la posible reinserción de los casos de riesgo en Estados Unidos.