NUEVA YORK, viernes, 3 noviembre 2006 (ZENIT.org).- Un Estado para israelíes y otro para palestinos es la clave para la paz y la convivencia en Oriente Medio, afirmó este jueves la Santa Sede en las Naciones Unidas.
El observador vaticano, el arzobispo Celestino Migliore, nuncio apostólico, afrontó la cuestión al intervenir este jueves ante el Comité especial de la Asamblea General de la ONU que afrontaba la asistencia a favor de los refugiados palestinos en Oriente Medio.
«Todos los años, en este encuentro, recitamos la lista interminable en apariencia de dificultades y diferencias que separan a los israelíes de los palestinos, pero hay diferencias que hacen sumamente urgente el que los Estados afronten el problema de la injusticia fundamental que se encuentra en el corazón de la cuestión», observó.
«Hacer una lista de los síntomas sin encontrar las causas no sirve de mucho a ninguna de las partes», reconoció el arzobispo, denunciando que en Tierra Santa «cada quien está obligado a vivir bajo terribles tensiones de actos de terror potencialmente explosivos o de incursiones militares que provocan muertes y la destrucción de infraestructuras».
La centralidad del conflicto israelo-palestino en la persistente inestabilidad de Oriente Medio, continuó, «no puede ignorarse».
Por este motivo, la delegación vaticana «sigue convencida de la solución de los dos Estados como base para la solución de la crisis, que permitiría a los israelíes vivir en seguridad en su tierra y a los palestinos vivir en seguridad en un propio Estado».
Pero esto sólo se podrá alcanzar si la comunidad internacional, y en particular el Cuarteto de mediación, (Naciones Unidas, Estados Unidos, Europa y Rusia), «apoya con prontitud el peso de la reanudación de las negociaciones».
«Es triste el que la comunidad internacional haya fracasado a la hora de comprometer a los israelíes y palestinos en un diálogo significativo» para «ofrecer a ambos paz y estabilidad», constató Migliore.
Corresponde por tanto a la misma comunidad internacional, añadió, «desplegar sus buenos oficios para facilitar lo antes posible un acercamiento entre las partes».
Los negociadores, pidió, «deberán mantener una actitud balanceada, evitando la imposición de precondiciones a una parte o a otra».
La delegación vaticana insistió en el hecho de que «una solución duradera tiene que incluir un estatuto especial para la Ciudad Santa de Jerusalén» internacionalmente garantizado.
Ante los «numerosos casos de violencia» y ante «los desafíos provocados por el Muro de Seguridad a la libertad de movimiento», la Santa Sede renueva su apoyo «a las medidas internacionalmente garantizadas para asegurar la libertad de religión y de conciencia de los habitantes» de Jerusalén, «así como un acceso permanente, libre y sin obstáculos a los Santos Lugares por parte de los fieles de todas las religiones y nacionalidades».