CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 16 noviembre 2006 (ZENIT.org).- «Diplomacia del Evangelio». Este es el objetivo que ha planteado el arzobispo Dominique Mamberti, al comenzar su mandato como secretario de la Santa Sede para las Relaciones con los Estados.
Así lo explicó en su primer encuentro con los representantes del Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede, que se celebró el martes 14 de noviembre en la Biblioteca de la Secretaría de Estado.
Según ha informado la edición italiana de «L’Osservatore Romano» (15 de noviembre), el prelado, nombrado por Benedicto XVI «ministro» vaticano de Asuntos Exteriores –así le llaman los periodistas– el 15 de septiembre, confirmó que «el punto de partida y el criterio principal de los intercambios de opiniones y de pasos a dar siempre será el Evangelio».
«Cristo nos recuerda que el ser humano, ante todo como ser singular, pero también como ser social, tiene una dignidad inalienable y que, como consecuencia, tiene que estar en el centro de toda decisión social y ser respetado», subrayó.
En esta obra de promoción de la dignidad de la persona, la «libertad de conciencia y de religión» constituye uno de los pilares de la acción de la Santa Sede.
El arzobispo subrayó, en este contexto, que el punto cardinal hacia el que tiene que orientarse constantemente la actividad diplomática es el de la paz.
«No hay futuro posible en un país o región del mundo mientras la violencia siga siendo el motor de la vida cotidiana de las personas y de los pueblos», advirtió. Ahora bien, «la auténtica paz presupone ante todo una transformación de los corazones».
Esta prioridad de la diplomacia de la Santa Sede, dijo, está íntimamente ligada a «la urgencia de un desarrollo duradero». «Una repartición cada vez más equitativa de los bienes de la tierra y la lucha contra la pobreza pasan por una renovación en la conciencia de la solidaridad entre los hombres».
En este sentido, el prelado recordó su experiencia diplomática en varios países africanos «que sufren particularmente».
Hasta asumir su nuevo cargo, monseñor Marimberti era nuncio apostólico en Sudán y Eritrea y delegado apostólico en Somalia.
Nacido en Marruecos el 7 de marzo de 1952, en el seno de una familia corsa, comenzó su servicio a la Santa Sede las representaciones pontificias de en Argelia, Chile, en la Misión Permanente ante la ONU en Nueva York, en el Líbano y en la Sección para las Relaciones con los Estados de la Secretaría de Estado.
Recordando el llamamiento del 12 de noviembre de Benedicto XVI, el prelado pidió no olvidar a «los pueblos que sufren a causa del hambre, de la falta de agua, de la ausencia de asistencia sanitaria, así como por las numerosas epidemias».
«La Santa Sede –reveló– ha asumido iniciativas para apoyar las campañas de vacunación en algunas zonas necesitadas del continente africano con el objetivo de manifestar de manera tangible su cercanía a los hombres, a las mujeres, y a los niños necesitados».
Al final del encuentro, el arzobispo Mamberti saludó personalmente a todos los representantes del Cuerpo Diplomático ante la Santa Sede. En estos momentos, 174 estados mantienen relaciones diplomáticas con la Santa Sede.
A éstos se suman las Comunidades Europeas y la Soberana Orden Militar de Malta y dos misiones con carácter especial: la misión de la Federación Rusa y la Oficina de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP).