ISKENDERUN, jueves, 23 noviembre 2006 (ZENIT.org).- El franciscano menor conventual fray Martin Kmetec define la próxima visita de Benedicto XVI a Turquía como «un gesto de valor».
En esta entrevista concedida a Zenit, el misionero en ese país traza un panorama de la Turquía que encontrará el Papa al final del mes y explica que los católicos (30.000 personas en un país de 67.308.928 de habitantes) se preparan a este encuentro con esperanza.
–El Papa visitará el Patriarcado Ecuménico de Constantinopla, en una nación en su gran mayoría musulmana y con un pequeño porcentaje de católicos. ¿Se espera una invitación al diálogo?
–Kmetec: Naturalmente, los contenidos de los discursos del Papa no se conocen todavía; los conoceremos cuando los pronuncie aquí. Pero podemos estar seguros, lo ha repetido varias veces el mismo Papa, de que la invitación al diálogo será la nota dominante de sus conversaciones y discursos. Antes que nada, la intensificación del diálogo con el Patriarcado Ecuménico, que en cierto sentido interesará no sólo a la Iglesia ortodoxa en Turquía sino a toda la Ortodoxia en el mundo.
En los encuentros con las autoridades del Estado, se puede prever que el diálogo interreligioso e intercultural, el tema de los derechos humanos y de la libertad de conciencia, estarán en el centro de las conversaciones. El mismo tema del diálogo será ciertamente tratado en el encuentro con las autoridades religiosas musulmanas. Pero existen prejuicios que, a mi modo de ver, harán difícil este discurso.
Recuerdo que, cuando el cardenal Ratzinger fue elegido Papa, los medios de comunicación denigraron de modo deplorable su imagen, sobre todo la prensa de las dos corrientes extremistas: nacionalista e islamista. Sacando a relucir la cuestión de la segunda guerra mundial, lo tacharon de antiguo nazi, por haber formado parte de la juventud nazi. Pero más que nada la verdadera razón de su aversión hacia él se desencadenó tras su declaración [siendo cardenal, ndt.] sobre la no oportunidad de la adhesión de Turquía a la Unión Europea.
El hecho de que una persona pública como el Papa haya expresado su propia opinión en contraste con la petición de Turquía es un hecho que no se olvida y no se perdona. Además, el acontecimiento de Ratisbona ha inflamado ulteriormente los espíritus contrarios a la venida del Papa a Turquía.
Los periódicos han hecho saber que el primer ministro de Turquía, Tayyip Erdogan, no estará en el país durante la visita del Papa. También estará ausente Mehmet Aydin, responsable de Asuntos Religiosos del Estado. Tampoco estará el ministro de Asuntos Exteriores Abdullah Gül. Estos pueden ser quizás los indicios para comprender mejor el clima en el que esta visita se desarrollará, aunque Benedicto XVI justamente trata de minimizar su alcance.
¿El presidente Tayyip Erdogan no quiere comprometerse ante sus electores? ¿Esto expresa también su línea respecto al cristianismo? Está todavía vivo el recuerdo del asesinato del juez Yücel Özbilgin (17 mayo 2006), muerto por una bala disparada por un fanático en la sala del tribunal de la Corte Constitucional del Estado durante la audiencia. La motivación del gesto del asesino: «La sentencia del mismo tribunal sobre la cuestión del velo islámico». Entonces, Tayyip Erdogan no participó en el funeral del juez, durante el cual miles de personas desfogaron su rabia por el brutal delito. ¿Asistiremos a una reacción análoga y una línea política similar? El profesor Ali Bardakoglu, declaró que la Presidencia del Estado para los Asuntos Religiosos tratará con el Papa aspectos religiosos, no políticos, porque lo reconocemos, dijo, como jefe religioso, aunque este encuentro no podrá cancelar la perplejidad sobre las actitudes políticas negativas del pasado.
Además, no se puede ignorar el malhumor de una franja no indiferente de la población que últimamente ha organizado algún acto de protesta en Estambul y en Ankara, el desvío reciente del avión de la Turkish Airlines, el tiroteo fuera del Consulado italiano en Estambul y otros incidentes esporádicos similares que, en mi opinión, dan un indirecto mensaje a la visita del Papa: es decir, que en Turquía no será bienvenido y quizá, para hacerle cambiar de idea y que renuncie a su visita.
Es un signo de valor el suyo; y rezamos para que logre dar a este país y a esta gente el mensaje de la humildad y del gran sentido de humanidad de Cristo a todos los hombres de buena voluntad.
–¿Cuál es la realidad católica en Turquía? ¿Cómo se preparan los católicos a esta visita y que esperan del Papa?
–Kmetec: Los católicos en Turquía, los establecidos, son cerca de 30.000. Para esta visita se preparan espiritualmente con la oración. En las eucaristías dominicales se trata de subrayar que los cristianos necesitan con urgencia una renovación espiritual de la vida, según los principios del Evangelio. Este debe ser el fruto de la visita del Papa entre nosotros. Para esta ocasión, el obispo Luigi Padovese, vicario apostólico de Anatolia, ha dirigido a sus fieles una carta sobre el tema de la esperanza, que es esencial no sólo para la Iglesia de Anatolia sino para todos los cristianos de Turquía.
Nuestras comunidades deben afrontar cotidianamente no pocas dificultades de orden económico pero y sobre todo deben saber reaccionar al complejo de inferioridad frente a una oprimente mayoría musulmana, que les hace sentirse oprimidos y puede hacerles creer que son ellos los «infieles».
–Vistos también los últimos acontecimientos, ¿hay preocupación por la seguridad o hay que temer sólo algunos casos aislados de intolerantes?
–Kmetec: Estoy seguro de que no existen problemas para la incolumidad de la persona del Sumo Pontífice. El Estado turco hará todo lo posible para que esta visita se desarrolle sin incidentes importantes. No se puede excluir alguna pequeña manifestación o algún caso aislado de reacción, pero ciertamente no en el curso del itinerario papal.
–¿Puede hacernos una breve descripción del Islam en Turquía? ¿Qué tipo de religiosidad y de vida social desarrolla?
–Kmetec: Como cada religión, el Islam es un elemento presente que penetra toda la sociedad turca, en el espacio público (mezquitas), en la vida de las personas (observancia del ayuno), y en la oración común. La religiosidad se expresa también en los signos externos, como el velo de las mujeres, las grandes fiestas del final del Ramadán y la fiesta del sacrificio.
En las grandes ciudades, domina la secularización, aunque nadie renuncia a la celebración de las fiestas religiosas. En cambio, en las zonas rurales y en los pequeños centros, la vida religiosa cuenta con mayor fidelidad también en las expresiones clásicas de la praxis religiosa.
En Turquía, el Islam prevalente es el sunní, el 75%. El 25% son alevitas, una rama de los chiíes.
A nivel oficial, a partir de 1923, con Mustafa Kemal Atatürk (1881-1938) [fundador y primer presidente de la moderna República de Turquía ndr.], el país se convierte en un estado laico. Empieza así para el país el periodo del progreso.
El «kemalismo», es decir los principios fundamentales de la República laica querida por Ataturk, están en la base de un estado moderno, la nueva Turquía. La abolición del califato, de las fraternidades («tarikat») musulmanas y la restricción del Islam, confinado a la esfera privada, quedó siempre como un problema abierto, que los movimientos e instituciones del islam popular vivido en el ámbito del misticismo querían reconquistar. En efecto, tras 1950, algunos jefes políticos querían aprovecharse de las masas todavía aferradas al Islam popular.
Esto marcó el retorno del islam a la escena política y fue causa de golpes de Estado llevados a cabo por militares. Fueron
luego los mismos militares los que decidieron dar un poco de libertad a la expresión pública del Islam. Hoy con la llegada al poder del actual partido AKP (Partido de la Justicia y del Progreso) de Tayyip Erdogan han tomado fuerza.
El movimiento laico en Turquía se opone al Iislam como sistema político, pero parece que sea sólo el Ejército el que intenta mantener a Turquía en la línea de la laicidad.
La cuestión es si el islam estará verdaderamente dispuesto a renunciar a su concepto de sociedad y de estado y a reconocer los derechos humanos de las minorías, sobre todo de los alevitas, que no son reconocidos como adeptos a una religión con sus instituciones y su identidad.
–¿Hay ámbitos de trabajo común con los musulmanes? Usted, personalmente, ¿colabora con ellos?
–Kmetec: Los ámbitos de colaboración son muy restringidos. Como comunidad franciscana, vivimos en diálogo abierto con todas las personas que encontramos. Se trata de un modo de presencia, que surge del seguimiento de san Francisco, un modo de llevar la esperanza y la salvación a todos los hombres.
Fuera de los simposios islámico-cristianos, no hay otra colaboración con la Iglesia católica. La Iglesia católica no es reconocida por el Estado como institución moral. Esto impide la posibilidad de cooperación incluso en el apostolado caritativo, aunque Caritas como organización del Estado del Vaticano realiza una ayuda considerable en el ámbito social.
Ahora bien, la comunidad cristiana de fieles que han nacido en Turquía ya se sienten felices si pueden vivir en paz con los demás en su vida cotidiana, en las relaciones de trabajo y en las simples relaciones interpersonales.
–¿La Iglesia católica es vista como signo de utilidad pública?
–Kmetec: Los políticos laicos, sobre todo los intelectuales, respetan a la Iglesia, la fe católica y las personas de la Iglesia y ven en la Iglesia un signo positivo para la vida del mundo. Pero para la mayoría, la Iglesia católica no tiene ninguna aportación que dar y no tiene ninguna utilidad pública. Ciertas corrientes influyentes en el periodismo nos miran como a intrusos, portadores de ideas extrañas y de turbación para la sociedad turca, intrusos de los que sería mejor liberarse.
–¿Qué significado piensa que tenga esta visita para la nación turca?
–Kmetec: En mi opinión, el aparato del Estado como incluso los políticos quieren dar una buena imagen y ven la visita del Papa como una ocasión única de promoción sobre el escenario internacional y en especial quieren hacer ver a Europa la apertura y tolerancia de Turquía. Juegan esta visita como una carta para su candidatura a la Unión Europea. Ciertamente no faltarán quienes se obstinen en sus prejuicios y seguirán tratando de presentar al Papa, a la Iglesia y a los católicos con colores sombríos y negativos.