ROMA, viernes, 24 noviembre 2006 (ZENIT.org).- Si alguien que tiene la clave para resolver los problemas de los migrantes, ése es la Iglesia, afirma Antonio Guterres, Alto Comisionado para los Refugiados de Naciones Unidas (ACNUR).
António Guterres habló con Zenit tras su reciente entrevista con Benedicto XVI.
«Nosotros a menudo vemos en el debate europeo que se mezcla todo, o un enfoque pluralista del tema de la migración –dijo–. Temas de seguridad junto a los de asilo, migrantes y refugiados tienden, entonces, a crear un ambiente de temor que es negativo a la hora de conceder el asilo».
Aparentemente, Europa está sufriendo una creciente intolerancia hacia «los otros», dijo Guterres, de 57 años.
«Notamos bolsas de actitudes xenófobas en todo el continente que hace falta combatir –dijo el funcionario de Naciones Unidas–. En la vida política, en los medios y en algunos círculos de opinión pública, la cohesión social de las sociedades se siente amenazada y entonces causa problemas a la paz en muchas áreas».
Este es un aspecto significativo del dilema que la Iglesia pretende eliminar.
«En nuestra entrevista –relató este ex primer ministro de Portugal–, el Papa y yo hablamos sobre la importancia de la promoción católica de la tolerancia y el respeto mutuo en sociedades que se están haciendo multiculturales, multiétnicas y multirreligiosas. Es la mejor garantía de que los sistemas de asilo seguirán existiendo en todo el mundo».
La enseñanza de Iglesia también apoya a los refugiados promoviendo su dignidad individual y subrayando lo que ellos pueden ofrecer a las sociedades.
Guterres indica que el flujo de gente es requerido por ciertos países que están aferrados a bajas tasas de nacimientos y con alta demanda de trabajadores.
«Cuando miramos al mundo de hoy –dijo–, hay muy sólidas razones para creer que los movimientos migratorios de poblaciones tenderán a aumentar, no a disminuir».
«Tenemos una globalización isométrica –añadió Guterres–. El dinero se mueve libremente por todo el mundo; los bienes y servicios tienden a moverse más libremente, incluso aunque tengan muchos obstáculos. Si embargo es mucho más difícil para las personas moverse».
Entonces, observó Guterres, la oferta y la demanda tienden a encontrarse. «Se encuentran legalmente si es posible pero ilegalmente si es necesario», dijo.
Aquí es donde las organizaciones católicas de la sociedad civil pueden intervenir para ayudar a salvaguardar la dignidad de los migrantes.
«Tenemos colaboradores en muchas zonas del mundo y reconocemos la importancia de su trabajo y cooperación con nosotros», dijo el Alto Comisionado.
Tales grupos profesionales desempeñan un papel activo en el trabajo con los desplazados mismos, así como en representarles a nivel político.
«Es importante que las complejidades que ellos ponen sobre la mesa sean debatidas de un modo sereno y objetivo –añadió Guterres–, y que Europa defina una estrategia más efectiva respecto a los problemas de la migración, basada en la unificación de las leyes inclusivas particulares.