ROMA, miércoles 7 febrero 2007 (ZENIT.org).- La comunicación auténtica no se mide por la influencia sobre los demás sino por la riqueza del encuentro, según afirma el padre Franco Lever, nuevo decano de la Facultad de Comunicación de la Universidad Pontificia Salesiana.
Entrevistado por Zenit, el padre Lever afirma: «Nuestra opción –punto de fuerza pero también desafío– es estudiar los medios usando su mismo lenguaje».
La Facultad de Comunicación Salesiana es uno de los centros de Roma especializados en comunicación e Iglesia.
–Usted vuelve de nuevo al cargo de decano. ¿Con qué prioridades inicia este nuevo nombramiento?
–Padre Lever: El proyecto didáctico de la Facultad de Comunicación Social (FCS) está bien definido y la experiencia de estos años ha confirmado la idoneidad de las opciones realizadas. No me siento por tanto portador de especiales novedades.
Deseo empeñarme en que la Facultad sea un espacio donde los estudiantes se sientan en un ambiente que les estimule y les sostenga al realizar los proyectos que tienen en el corazón, proyectos que les han confiado –a menudo– sus diócesis, o la comunidad religiosa o civil de pertenencia.
Un ambiente de estudio, de investigación y de vida para casi doscientos jóvenes de 35 países diversos. ¡Un buen trabajo!
–La Salesiana es una universidad muy conocida por la atención a la formación multimedia. ¿Cuál es en su opinión la fuerza de los estudios de comunicación que ofrece?
–Padre Lever: Nuestra opción –punto de fuerza pero también desafío– es estudiar los medios usando su mismo lenguaje. Consideramos que no se los puede comprender sin tener una experiencia directa con ellos y sin haber aprendido su lenguaje.
Creemos también que con los nuevos medios se deben adoptar procesos de aprendizaje similares a los adoptados desde hace siglos por la escritura: desde siempre se enseña a leer y a escribir; no sólo a leer.
Esto no es importante sólo para quien mañana será un profesional de los medios. Es válido para el investigador, para el educador, para el sacerdote, para cualquiera que quiera comunicar y hacerse comprender por sus contemporáneos.
Es una opción más importante hoy porque la tecnología va transformando, cada día más, los que considerábamos que eran irremediablemente medios de masas en medios personales. El individuo ya no es un simple «lector».
–¿Hay un modo «salesiano» de comunicar?
–Padre Lever: Nos lo hemos preguntado también nosotros, pero no estamos seguros de haber encontrado la respuesta. Por ahora, el esfuerzo está totalmente concentrado en comprender qué quiere decir realizar formas de comunicación auténtica, medida no por la eficacia con la que uno de los interlocutores puede influir sobre el otro sino por la riqueza del encuentro. El objetivo es saber comunicar como educadores, como anunciadores y servidores de la Palabra, utilizando de modo profesional estos medios maravillosos que el desarrollo técnico y
Dios nos ponen a disposición.
Como salesiano, en todo esto se da sobre todo la motivación que nos impulsa a prestar una particular atención al mundo en el que viven y respiran los jóvenes. Quizá hay un cierto estilo en el estar con ellos.
No oculto que nos gustaría que en la Facultad se diera el clima del oratorio de don Bosco, un clima hecho de espontaneidad y de empeño al mismo tiempo.
–¿Cómo valora la comunicación en la Iglesia?
–Padre Lever: Querría que no pensáramos que nuestra comunicación es buena sólo porque hablamos del Bien.
Y luego que siguiéramos la estrategia de la Madre Teresa: ser tal sorpresa y novedad –un milagro– que obliguemos a los medios a hablar de nosotros. Sistema eficacísimo y completamente gratuito.
–Aparte de su empeño en el campo de la comunicación, usted es también estudioso de la cruz de Jesús…
–Padre Lever: Estudioso es una palabra demasiado comprometedora. Sí, me apasiona la historia del signo de la cruz y del crucifijo.
Es maravilloso recorrer la historia de estos símbolos, desde el punto de vista del arte, la música, la poesía, la literatura, la teología y la piedad popular.
Es una pasión que deseo transmitir a los estudiantes, para que se interesen por comprender de dónde venimos, para invitarles a estudiar la manera en que nuestros padres han expresado la fe.
Porque el lenguaje religioso, en forma de imágenes y de sonido, no se puede improvisar.