Ni por Dios ni por el hombre: la violencia es inaceptable, alerta el cardenal Martino

VALLETA, lunes, 19 febrero 2007 (ZENIT.org).- Toda auténtica religión jamás debe convertirse en pretexto para alimentar conflictos, odios y violencia, advierte el presidente del Pontificio Consejo Justicia y Paz.

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El cardenal Renato Raffaele Martino ha recordado esta clave a los jóvenes del St. Aloysius College, en Malta, en el marco de tres jornadas de estudio sobre la Doctrina Social de la Iglesia.

Individuos y comunidades tienen el deber de manifestar claramente su completo y radical rechazo de la violencia, de toda violencia, especialmente de la que se alimenta del nombre santo de Dios, alertó el presidente del dicasterio vaticano.

Además la humanidad se espera gestos de los creyentes gestos de paz y solidaridad y palabras creíbles de esperanza, recalcó en el encuentro en torno al tema «Paz, violencia y religiones», explica un comunicado de su dicasterio.

Estas jornadas las abrió en la tarde del viernes presentando el mensaje de Benedicto XVI para la Jornada Mundial del la Paz de este año, cuyo título es: «La persona humana, corazón de la paz».

E hizo hincapié en que «una guerra en nombre de Dios jamás es aceptable, y tampoco en nombre del hombre».

Sólo «respetando a la persona humana se promueve la paz y construyendo la paz se sientan las premisas para un auténtico humanismo integral», subrayó.

Abordó al día siguiente las modificadas connotaciones sociológicas de la guerra y de la paz en la actualidad, por el prevalecimiento del terrorismo y la urgencia de defender la sacralidad de la vida humana, promover la familia, eliminar la pobreza, comprometerse eficazmente en el desarme y en el sostenimiento del desarrollo.

Es el contexto en el que el purpurado insistió en el concepto de que «ningún motivo auténticamente religioso puede inducirnos a considerar a los demás como enemigos contra los que combatir».

Entrando en el fenómeno del terrorismo, advirtió que «se ha transformado de actos aislados de individuos extremistas en una sofisticada red de cooperación política, tecnológica y económica, con acceso, frecuentemente, a inmensos recursos financieros y estrategias planificadas a gran escala».

E individuos y naciones en el punto de mira del terrorismo tienen la tentación de devolver «ojo por ojo, diente por diente», con espíritu de venganza, cosa que no hace sino incrementar la violencia en un trágico círculo vicioso, lamentó el cardenal Martino.

Sin embargo, lo que hace falta es «una eficaz cooperación internacional a nivel político -señaló- para resolver con valor y determinación los problemas que, en ciertas situaciones dramáticas, echan más leña al fuego del terrorismo».

No dudó en recordar que «es profanación y blasfemia proclamarse terrorista en nombre de Dios».

Citando el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, añadió: «Ninguna religión puede tolerar el terrorismo, y menos aún predicarlo».

«Es imprescindible deber de las grandes religiones de la humanidad -recalcó- trabajar juntas para difundir una mayor conciencia de la unidad de la familia humana, a fin de eliminar las caudas culturales del terrorismo, enseñando qué grande es la dignidad de la persona humana a los ojos de Dios y que jamás la violencia se puede justificar en nombre de Aquél que es Amor».

Y es que «el servicio que las religiones pueden hacer a la paz y a la lucha contra el terrorismo consiste exactamente en la pedagogía del amor y de la reconciliación», concluyó.

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ZENIT Staff

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