Ante la corrupción y la violencia en Honduras, «no podemos seguir así»

Comunicado de Comisión Diocesana de Pastoral Social de la diócesis de San Pedro Sula.

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TEGUCIGALPA, sábado, 24 febrero 2007 (ZENIT.org).- Publicamos un comunicado emitido por la Comisión diocesana de Pastoral Social de la diócesis de San Pedro Sula con el título «No podemos seguir así» sobre la realidad social de Honduras.

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Como miembros de la Comisión de Pastoral Social de la Diócesis de San Pedro Sula nos sentimos abrumados de ver tanto dolor, frustración y pesimismo en la población. Hemos heredado de un pasado nefasto el hábito de la corrupción pública y privada; la pobreza extrema y la violencia siguen vigentes y los tentáculos de la delincuencia y del Crimen Organizado se siguen apoderando de nuestro suelo patrio. No podemos caer en la trampa de creer que nada se puede hacer, de dejarnos desanimar y que el fatalismo nos conduzca a la derrota segura. Todo puede ir cambiando positivamente si nos unimos cada vez más para luchar contra los males que afectan a nuestra Patria. Honduras no puede continuar el camino hacia el abismo. Podemos ir solucionando muchos problemas si defendemos la vida en todos los aspectos.

¿Cómo hacer para ir saliendo de este pozo de muerte cada vez más hondo y transformar nuestra sociedad? Necesitamos, como prioridad, más inversiones en salud, educación y vivienda. Urgen programas eficaces que favorezcan la microempresa y toda la industria nacional, diversificando la producción y teniendo sueldos justos. Hay que luchar a brazo partido contra la corrupción pública y privada y el Crimen Organizado. Apoyamos los esfuerzos para depurar a la policía nacional de elementos nocivos, al igual que dotar de más implementos a la fuerza pública para combatir el narcotráfico y fortalecer todo el ministerio Público, como la decisión de mejorar todo el sistema de generación de electricidad y combustible experimentando otras fuentes de energía y de proteger el medio ambiente tan degradado en nuestro país. Rechazamos el engranaje que protege a los delincuentes de «cuello blanco», aumentando así la impunidad que se cierne sobre muchos robos, fraudes, asesinatos y otros delitos, como también condenamos todo el sistema nefasto que favorece el negocio de la droga, el robo de carros, la prostitución y la pornografía, el sicariato y el contrabando. Queremos hacer hincapié que es un delito grave y falta moral el evadir los impuestos como el usar los bienes del Estado para provecho personal.

Hay que aumentar el empleo en nuestro país para poder luchar contra la pobreza y nos parece bien que se siga implementando en el valle de Sula el sistema de Maquilas, siempre y cuando se respeten los derechos de los trabajadores, tanto en salario justo, seguro social, organización sindical, buenas condiciones higiénicas en las fábricas y el tener jardines de infancia donde las madres obreras puedan dejar a sus niños pequeños mientras trabajan. Hay que urgir al gobierno y a los empresarios de esa industria estar pendientes de que se cumplan estos derechos, ya que de lo contrario se estará atentando contra el bienestar de la población obrera e incumpliendo lo que establece nuestra Constitución Nacional y los tratados internacionales firmados por nuestro país. Debe existir en todas las fábricas de manera obligatoria una dependencia donde se dé un diálogo constructivo entre empresarios y trabajadores y se luche por cumplir todas las normas que hagan de la empresa un lugar donde se respeten los derechos humanos y se asegure velar para que la empresa produzca de manera profesional, disciplinada y eficaz los bienes de consumo. Las instancias adecuadas del gobierno deben garantizar que cuando una empresa se declare en quiebra, sea en verdad por eso y se asegure el derecho del trabajador de recibir una indemnización por el cese forzado de su empleo.

Quisiéramos insistir en la urgencia de invertir en el campo. Las personas que viven en el medio rural merecen una vida mejor, por lo que se necesitan programas de producción eficaces que aseguren un mejor futuro al campesinado. El éxodo masivo del campo a las ciudades y a los países del primer mundo es un escándalo y síntoma de una gran tragedia nacional, la del injusto y criminal reparto de los bienes. Miles de personas huyen de nuestro país cada año para vivir la incertidumbre del «sueño americano» que en su mayoría se convierte en una pesadilla dantesca. Nuestras ciudades no tienen las condiciones mínimas para recibir a tantas personas que llegan desesperadas del medio rural, y que terminan muchas viviendo en situaciones inhumanas. Urgen pues programas que hagan de la vida en el campo una existencia digna para millones de hondureños y que además sean capaces de producir lo necesario para el consumo de los alimentos que el país necesita. Esto es parte del concepto dinámico y real de ser soberanos como estado.

Confiando siempre en el poder y amor de Nuestro Señor, esta Comisión urge se intensifique nuestra opción por la Vida, ante la cultura de la muerte.

Monseñor Rómulo Emiliani cmf.
Presidente de la Comisión Diocesana de Pastoral Social.
ZS07022403

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ZENIT Staff

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