«40 días con los 40 últimos» en Cuaresma

Campaña marianista de solidaridad con los países más pobres

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MADRID, domingo, 24 febrero 2007 (ZENIT.org).- La Familia Marianista ha hecho una original propuesta para esta Cuaresma. La campaña «40 días con los 40 últimos» consiste en recordar, cada uno de los cuarenta días de la preparación a la Pascua, a uno de los países con menor índice de desarrollo humano del planeta.

La campaña quiere ser, según sus organizadores (Ágora Marianista), además de «tiempo de conversión y de reconocimiento de nuestro pecado, tiempo de misericordia y de practicar la misericordia», también «tiempo para revisar la situación concreta en que vive la sociedad y tomar una posición ante las estructuras de injusticia, opresión y pecado que rodean a los seres humanos, sobre todo a los más desfavorecidos».

«Con este espíritu –añaden– nos acercamos a los pueblos que habitan los países que están a la cola del Desarrollo, los cuarenta países con menor Índice de Desarrollo Humano, según el informe anual del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo».

Los objetivos que se persigue alcanzar en quienes participen son, en primer lugar: «Mostrar nuestra sensibilidad por los que son los últimos en todo y crecer en esta sensibilidad: los últimos de la sociedad, los últimos de la clase, los últimos del barrio… los preferidos de Dios; nuestros preferidos, no por ser mejores que otros sino precisamente por ser ‘los últimos’».

En segundo lugar, «conocer un poco mejor la realidad de estos países, especialmente este año su cultura y sus valores. Y conocer también mejor, por contraste, la realidad de nuestra cultura y nuestros valores».

En tercer lugar «preguntarnos no sólo por los mecanismos del desarrollo y del subdesarrollo sino también por nuestro propio concepto occidental del ‘desarrollo’, con el que medimos a todos los pueblos. ¿En virtud de qué parámetros decidimos cuáles son los pueblos más ‘desarrollados’?».

En cuarto lugar «cambiar en algo nuestra vida –siquiera en gestos pequeños–, expresando así que estamos dispuestos a que nuestra preocupación por el Reino de Dios nos afecte algo más que al sentimiento, la reflexión y la oración».

Finalmente, «llevar a nuestra oración a estas personas y estos pueblos. Presentar al Señor sus necesidades, dar gracias por los que trabajan directamente en su favor, pedir perdón por la parte de pecado colectivo que nos corresponde, suplicar la gracia de estar disponibles y atentos…»

En la página de la campaña se ofrece cada día un resumen de la situación de uno de estos países para motivar una solidaridad consciente de la realidad, empezando por el último de la lista Níger con un índice de desarrollo humano de 0,311.

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ZENIT Staff

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