CRACOVIA, lunes, 26 febrero 2007 (ZENIT.org).- El libro «Una vida con Karol» del cardenal Stanislaw Dziwisz aporta importantes aclaraciones y novedades para la historia de la Polonia contemporánea, constata el rector (de 1999 a 2005) de la Universidad de Jaguelónica, en Cracovia.
Franciszek Ziejka, al presentar en esta ciudad a finales del mes pasado la traducción del volumen del purpurado -escrito en conversación con el vaticanista Gianfranco Svidercoschi-, expresó su agradecimiento por este «libro insólito» «esperado con impaciencia». En español será editado por la «Esfera de los libros».
El relato es obra, aclaró Ziejka –en su intervención, difundida íntegramente por el diario italiano «Avvenire»- de dos autores: «Uno es el narrador», Svidercoschi, cuya tarea es «evocar los hechos de la vida de Karol Wojtyla y Stanislaw Dziwisz, pero también la historia de Polonia, de Europa y del mundo».
El otro autor es el propio Dziwisz -prosigue-, «quien aclara muchas cuestiones que suscitaron en su tiempo controversias, corrige juicios que circulaban sobre Juan Pablo II, explicando cuáles eran las intenciones del Papa respecto a determinadas cuestiones».
«En la primera parte se nos brindan importantes informaciones sobre los obstáculos puestos al metropolita de Cracovia por parte de las autoridades comunistas en el arco de doce años», enuncia.
«Dziwisz recuerda, entre otras cosas, las palabras pronunciadas con ocasión de la solemnidad del Corpus Domini de 1966 en Cracovia, cuando el arzobispo Wojtyla se sintió en el deber de intervenir a propósito de la famosa carta del episcopado polaco a los obispos alemanes, con transparente alusión a los dirigentes comunistas: «No serán ellos los que ajusten cuentas con nuestra conciencia, no serán ellos quienes nos enseñen el patriotismo»», apunta.
Estas páginas traducidas al polaco también recogen «una serie de episodios inéditos relativos a la relación entre Wojtyla y Stefan Wyszynski; ¡leemos entre otros puntos el fracaso de los reiterados intentos perpetrados por los comunistas para sembrar discordia en el seno de la jerarquía de la Iglesia!», expresa el ex rector de la Jagelónica.
Llamado en Polonia «primado del milenio», el cardenal Wyszynski (1901-1981), durante los años de su confinamiento bajo el poder comunista, trazó la acción pastoral para celebrar el milenario de la evangelización del país.
Al inicio de su pontificado, Juan Pablo II escribió al cardenal Wyszynski reconociendo que no estaría en la cátedra de Pedro si no hubiera sido por su fe –que no disminuyó ante la cárcel y los sufrimientos-, por su heroica esperanza, por su ilimitada confianza en la Madre de la Iglesia, si no hubiera existido Jasna Góra y todo el período que en la historia de la Iglesia en Polonia abarcó su servicio de obispo y primado.
Además en el volumen del cardenal Dziwisz «para los ciudadanos de Cracovia –apunta Ziejka- ciertamente tendrán un valor especial los hechos, en general poco conocidos, ligados a la lucha de los habitantes de Nowa Huta para defender su iglesia».
«Retrato pluridimensional de Juan Pablo II» -describe-, las páginas del libro concentran la atención del autor «en diversas iniciativas» de aquel pontífice «a fin de acompañar la renovación de la Iglesia universal en el espíritu de las decisiones conciliares», «sus esfuerzos orientados a construir la unidad de los cristianos», «las circunstancias en las que el Santo Padre instauró un diálogo con el judaísmo», el aliento a «los representantes de las diferentes religiones para luchar por la paz en el mundo» y «la fascinación que el Papa polaco experimentaba hacia la figura de la Madre Teresa de Calcuta».
Igualmente traza las visitas de Juan Pablo II «al México anticlerical, a la Turquía musulmana, a las regiones de Brasil afligidas por una tremenda pobreza y también al Nicaragua dominado por el régimen marxista sandinista (el autor refiere entre otras cosas la sorprendente noticia de que en la organización de una contestación contra el Papa en ese país tomaron parte técnicos llegados desde Polonia «expertos en manipular micrófonos y directas televisivas»)», adelanta.
También se dedican muchas páginas –resalta Ziejka- «al tema de las relaciones entre Juan Pablo II y la URSS», «el intolerante encarnizamiento contra la religión y el catolicismo de Leonid Brežnev, pero también la histórica visita al Vaticano de Michail Gorbachov».
<br> No omite el cardenal Dziwisz en «Una vida con Karol» las «reacciones del Santo Padre también ante los fracasos», observa Ziejka: «La falta de progreso del diálogo con el Patriarca ortodoxo de Moscú», «la incomprensión por parte de las autoridades chinas de la relación del Santo Padre con el pueblo chino (el cardenal Dziwisz refiere que Juan Pablo II, en cierto momento, había empezado a estudiar chino para poder pronunciar en esta lengua la felicitación de Navidad y de Pascua)».
El purpurado polaco corrige además en el libro -subraya- «los mitos difundidos por los ambientes hostiles al Santo Padre o por medios de comunicación», como el «juicio simplista de muchos periodistas occidentales, y también de teólogos, que acusaban al Santo padre de conservadurismo».
Y «desmiente categóricamente que el Vaticano apoyara económicamente «Solidarnosc», que también era uno de los principales temas de la propaganda contra el papado durante el estado de guerra en Polonia», recuerda el ex rector de la Universidad Jagellonica.
Y «quien nos habla no es simplemente el secretario del Santo Padre» -aclara refiriéndose al purpurado polaco-, «sino también un auténtico estadista, un hombre que sabe captar perfectamente lo que sucede en este mundo», «conocimientos y capacidades» que le vienen «de la compañía diaria con Juan Pablo II».
Los lazos de Juan Pablo II con la Universidad Jaguelónica
En la Universidad Jagelónica Karol Wojtyla comenzó a estudiar filología hasta que Hitler invadió Polonia el 1 de septiembre de 1939. El líder nazi cerró la universidad y deportó a los profesores a campos de concentración.
Mientras trabajaba en una fábrica química rodeado y amenazado por el terror nazi, Wojtyla escuchó la voz del Señor: ¡Sígueme! En este contexto comenzó a leer libros de filosofía y de teología; entró posteriormente en el seminario clandestino creado por el cardenal Sapieha y después de la guerra pudo completar sus estudios en la Facultad de Teología de la Universidad Jagelónica de Cracovia.
En agosto de 2002 el entonces pontífice bendijo el nuevo campus de la Universidad Jagelónica, emplazado junto a la cantera de piedra en la que tuvo que trabajar en su juventud, durante la dominación nazi.
Ante cientos de profesores bendijo la explanada de la futura biblioteca de la Pontificia Academia de Teología, un centro universitario fundado en 1981 por el propio Papa para responder al cierre del Departamento de Teología de la Universidad Jagellonica por el gobierno comunista en 1950.
En aquel acto, el entonces rector Franciszek Ziejka entregó al pontífice la tarjeta de estudiante «número uno» de las Universidades de Cracovia, un documento que le «autorizaba» a estudiar en todos los centros universitarios de la ciudad.
Año y medio después, en el Vaticano, compatriotas del Papa Karol Wojtyla -representantes de las comunidades académicas de Wroclaw y Opole- le entregaron el Laurel de Oro Académico con motivo del 50º aniversario de la defensa de su tesis para la habilitación a la cátedra de profesor en la Facultad de Teología de la Universidad Jagelónica.
Entonces el obispo de Roma recordó que su habilitación fue la última concedida por esa facultad de Teología antes de que las autoridades comunistas la suprimieran.