BAGDAD, lunes, 26 febrero 2007 (ZENIT.org).- Aunque parezca paradójico, la comunidad cristiana iraquí ofrece en Cuaresma sus sufrimientos por un país «que vive en el caos más absoluto», explica el obispo caldeo, auxiliar de Bagdad, monseñor Shlemon Warduni.
El prelado compartió en el Servicio de Información Religiosa «Sir» del episcopado italiano el valor que tiene la renuncia y la penitencia cuaresmal en un contexto de fuertes dificultades y violencia.
«Son renuncias que se añaden a las privaciones que vivimos diariamente en Irak», enumera el obispo Warduni, tales como el aumento de precios, la falta de recursos familiares para productos básicos, el disfrute de electricidad pocas horas al día, falta de agua potable, alimentos, medicinas e infraestructuras.
«Y es paradójico, además, que en un país rico en petróleo como Irak no haya gasolina para las necesidades de su población», añade en una entrevista que el «Sir» difundió el viernes pasado.
«No tenemos seguridad ni estabilidad, posibilidades de trabajar, y sufrimos violencia y abusos. A pesar de ello –explica el obispo Warduni– hemos pedido a nuestros fieles que presenten todas estas dificultades a Dios para que tenga presente el destino de Irak, de sus niños, de sus enfermos, de sus ancianos, y dé la paz y seguridad».
Los cristianos, minoría en Irak, están sometidos a persecución. «De hecho nunca habíamos vivido un período tan malo como el actual», alerta el prelado caldeo.
De acuerdo con sus declaraciones muchos cristinos están abandonando las ciudades más peligrosas; muchas iglesias están vacías en algunas zonas, y desde Navidad ya no se celebran misas regularmente porque es muy peligroso.
Para las celebraciones cuaresmales «hemos invitado a nuestros fieles a reunirse en las casas para hacer pequeños Via Crucis –expresa monseñor Warduni–, rezar el rosario o vísperas con la ayuda de algún laico comprometido o subdiácono».
Y aunque se considera la posibilidad de celebrar una Eucaristía uno de los próximos domingos, si la situación no mejora será imposible, lamenta.
«Y esto nos hace sufrir mucho. Nuestros fieles procurar vivir las celebraciones juntos, reuniéndose por núcleos familiares, evitando traslados por motivos de seguridad», añade.
En cualquier caso crecen las vocaciones sacerdotales y la Iglesia en Irak está «llena de esperanza en el Señor», confirma.
Monseñor Warduni concluye expresando su intención de oración especial en este tiempo litúrgico: «La paz y la reconciliación».
Y lanza un mensaje: «Pido a todas las familias cristianas del mundo que recuerden en su oración al pueblo iraquí».