El cardenal Biffi al Papa y a la Curia: El cristianismo, novedad única en la historia

En la tercera jornada de ejercicios espirituales de Cuaresma

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CIUDAD DEL VATICANO, martes, 27 febrero 2007 (ZENIT.org).- La entrada de Cristo en la historia y su redención hacen que el cristianismo sea «una novedad sin parangón en la historia de la humanidad», subrayó este martes el predicador de los ejercicios espirituales en los que participa Benedicto XVI.

El cardenal Giacomo Biffi, arzobispo emérito de Bolonia, recordó en su primera meditación de la mañana del tercer día de este retiro que la gran revolución del cristianismo está en que Jesús de Nazaret es el único salvador el mundo.

«Buscad las cosas de arriba» es el argumento sobre el que el purpurado está ofreciendo sus meditaciones al Papa y a sus colaboradores de la Curia Romana en la capilla «Redemptoris Mater» del Palacio Apostólico del Vaticano.

«Los apóstoles, a pesar de que siguieron siendo judíos coherentes y leales, adoraron al Hijo de María como dominador de los tiempos, como el centro de todo», afirmó el cardenal, según la síntesis de su predicación ofrecida por «Radio Vaticano».

Y si bien, los apóstoles no propusieron «a los hombres una religión diferente de aquella en que habían vivido» y el cristianismo «nace dentro de la fe de Israel», se convierte en «una novedad sin parangón en la historia de la humanidad».

«El hecho central y totalizador es la irrupción de Cristo y de su obra redentora. Los apóstoles se encuentran ante un hombre que rompe todos los esquemas».

Pero tras la Pascua de Resurrección, constató, los apóstoles «se vieron obligados a reinterpretar todos los episodios de la vida de Cristo. Se vieron obligados a rendirse, a admitir que habían entrado en contacto con Alguien que está por encima de todo ser».

En la segunda meditación de este martes, el cardenal Biffi aclaró que, a diferencia de lo que sucedía en el pasado, «creer en el valor único e indispensable de la Cruz puede hacer que parezcamos como hombres de poca visión y de espíritu incapaz de comprensión y de apertura hacia todo lo que hay de verdadero y bueno fuera del cristianismo».

Ahora bien, afirmó, todo humanismo que «programáticamente está contra la fe cristiana»¸ contra Cristo, «siempre da lugar a una sociedad inhumana y esta es la lección trágica que hemos aprendido en el siglo XX».

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ZENIT Staff

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