CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 25 marzo 2007 (ZENIT.org).- Benedicto XVI presentó este domingo a los mártires contemporáneos como esperanza para el mundo, pues demuestran que el amor de Cristo es más fuerte que la violencia y el odio.

La reflexión del Papa, propuesta al rezar la oración mariana del Ángelus junto a varios miles de peregrinos congregados en la plaza de San Pedro, recordó que este 24 de marzo se celebró la Jornada de Oración y de Ayuno por los Misioneros Mártires.

Esta Jornada recuerda el aniversario del asesinato de monseñor Óscar Romero, arzobispo de San Salvador, hace 27 años, mientras celebraba la Eucaristía.

Con este motivo, la Iglesia recuerda a los «obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos, asesinados en el cumplimiento de su misión de evangelización y de promoción humana» en el último año.

«Ellos, los misioneros mártires», afirmó el Papa hablando desde la ventana de su estudio, «son esperanza para el mundo, pues testimonian que el amor de Cristo es más fuerte que la violencia y el odio».

«No han buscado el martirio, pero han estado dispuestos a dar la vida para ser fieles al Evangelio. El martirio cristiano sólo se justifica como supremo acto de amor a Dios y a los hermanos», consideró.

En el año 2006, 24 misioneros (17 sacerdotes, 1 religioso, 3 religiosas, 3 laicos) perdieron la vida de manera violenta en todo el planeta.

En su meditación, el Papa también recordó que en este lunes se celebrará la solemnidad de la Anunciación de la Virgen María, dado que en este año el 25 de marzo era domingo de Cuaresma.

«Cuando la Virgen pronunció su «sí» al anuncio del ángel, Jesús fue concebido y con Él comenzó la nueva era de la historia, que después sería sancionada en la Pascua como «nueva y eterna Alianza»», recordó al explicar.

Se trata, afirmó, de una fiesta «cristológica, pues celebra un misterio central de Cristo: su Encarnación».