En cada uno de estos encuentros ante las cámaras le han acompañado en el estudio contertulios expertos en los diferentes temas que el purpurado está afrontando.

Hasta el momento se han emitido los seis primeros programas en los que el cardenal Cañizares ha reflexionado sobre algunas de las cuestiones más candentes que afectan a los hombres y mujeres contemporáneos.
<br> Al afrontar la cuestión de la existencia de Dios, por ejemplo, constató que no tener a Dios es la mayor de las pobrezas: la visión de una vida en la que parece que Dios sobra, reconoció, es la causa de la crisis y de la quiebra de la sociedad.

«Nadie tema creer a Dios, abrirse a Dios ya que esta es la verdadera revolución y futuro del hombre», alentó el cardenal con tono cordial.

Al analizar el tema de la libertad, el purpurado, conocido en su carrera teológica por su cercanía con el cardenal Joseph Ratzinger, aclaró que es «la expresión misma de la verdad del hombre», haciendo alusión a la frase de Cristo que dice «la verdad os hará libres».

Esta frase, alertó, ha sido cambiada por el espíritu de la modernidad trocándola en «la libertad os hará verdaderos» para imponer un «relativismo feroz».

Ese relativismo puede llevar a cometer actos como el terrorismo y el aborto olvidando que «la libertad no es nunca para eliminar al otro». Ante esta situación, hizo un vibrante llamamiento a poner la mirada en Jesucristo y dar testimonio de la verdad.

Otra de las tertulias tocó el futuro de Europa y lo hizo remontándose al origen del «viejo continente», que nace del encuentro del «logos» helénico y el «Logos» cristiano.

Este «Logos», esa razón que es Cristo, advirtió, se quiere hoy cambiar por la razón técnica o científica.

Al perder Europa sus raíces, pierde su identidad, señaló. Se ha olvidado la consigna de Jesús, «dad al César lo que es del César y a Dios lo que es Dios», puesto que hoy se da todo a los diferentes césares y nada a Dios.

La revolución cultural que se inició en la década de los sesenta sigue manifestándose hoy con las legislaciones abortistas, divorcistas, la ideología del pansexualismo. Estas corrientes han tenido un enorme impacto en la teología con la secularización y la muerte de Dios.

El resultado, señaló, es una visión laicista que busca cambiar la cultura cristiana de Occidente.

Por el contrario, Cañizares presentó el vínculo que une a Dios con el hombre: el ser es creado por Dios de manera única e irrepetible y este hecho lo hace interlocutor de Dios, lo que implica la necesidad de responder a su llamado.

El hecho de ser criatura de Dios no humilla al hombre, sino que lo engrandece en todos los aspectos porque «cuanto más afirmamos a Dios, más afirmamos al hombre».

La conclusión de esta primera serie de tertulias concluyó invitando a los cristianos a no tener miedo a hablar de la verdad del hombre: «la vinculación con Dios es el futuro del hombre porque es el origen y el destino del hombre».