La profesión de fe de Pedro, fundamento para la unidad de los cristianos; explica el Papa

En la solemnidad de los santos Pedro y Pablo

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CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 1 julio 2007 (ZENIT.org).- La profesión de fe que pronunció el apóstol Pedro al proclamar que Jesús es el Hijo de Dios, dos mil años después sigue siendo garantía para la unidad entre los cristianos, considera Benedicto XVI.

Así lo explicó este viernes, en la concelebración eucarística que presidió en la solemnidad de los santos Pedro y Pablo, patronos de la diócesis de Roma.

En la basílica vaticana estaba presente una delegación del patriarca ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I, compuesta por Su Eminencia Emmanuel (Adamakis), arzobispo greco-ortodoxo de Francia, de su Eminencia Gennadios (Limouris), co-presidente de la Comisión Mixta Internacional para el Diálogo Teológico entre la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa, y el diácono Andreas (Sofianopoulos), tercer diácono de la sede de ese patriarcado.

El Papa centró la homilía en el diálogo entre Jesús y los apóstoles, cuando les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo». Pedro respondió: «Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo».

«En la profesión de fe de Pedro», indicó el Papa, «podemos sentirnos y ser todos una sola cosa, a pesar de las divisiones que con el paso de los siglos han lacerado la unidad de la Iglesia con consecuencias que todavía perduran».

En su homilía el Papa agradeció particularmente la presencia de la delegación ortodoxa que con este gesto intercambió la visita che el Papa hizo el pasado 30 de noviembre a su sede en Estambul (Turquía).

Al mismo tiempo, garantizó su «compromiso para acoger hasta el final el deseo de Cristo, que quiere que estemos completamente unidos».

Después de la misa, antes de rezar el Angelus, el Papa dirigió unas palabras a los miles de peregrinos congregados en la plaza de San Pedro bajo un fuerte sol para recalcar este compromiso.

«Nuestros encuentros, las visitas recíprocas, los diálogos en curso no son simples gestos de cortesía, o intentos de llegar a compromisos, sino el signo de una voluntad común de hacer lo posible para que cuanto antes podamos llegar a la comunión plena implorada por Cristo en su oración al Padre después de la Última Cena: “que sean uno”», afirmó.

En este contexto, aclaró, se enmarca la decisión de proclamar el año de san Pablo (junio de 2008-junio de 2009), apóstol considerado por todas las iglesias cristianas como uno de los mayores misioneros de la historia.

El Papa recibió después en el palacio apostólico a la delegación del patriarcado ecuménico de Constantinopla y les invitó a almorzar.

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ZENIT Staff

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