BELÉN, lunes, 9 julio 2007 (ZENIT.org).- En el contexto del muro construido por Israel que aísla Belén de las comunidades cercanas, la “Betlehem University of the Holy Land” representa un oasis para cerca de 2.500 universitarios.
La Universidad, sostenida por la Congregación vaticana para las Iglesias Orientales y dirigida por los Hermanos de las Escuelas Cristianas (La Salle), es la única institución católica de estudios superiores en los territorios palestinos ocupados.
El padre Daniel Casey, vicecanciller y responsable educativo de la Universidad de Belén, es uno de los cien miembros de la agencia vaticana que coordina la financiación de las Iglesias Católicas Orientales que acudieron recientemente a Roma para su reunión anual.
La agencia, conocida como ROACO (Reunión de Obras de Ayuda a las Iglesias Orientales), depende de la Congregación para las Iglesias Orientales.
Fundada en 1973, la Universidad abrió casi diez años después de la histórica visita del Papa Pablo VI a aquella región, cuando los palestinos expresaron el deseo de una universidad católica en la Franja Oriental, ocupada por los israelíes y en Gaza.
Durante su historia de treinta años, los Hermanos de las Escuelas Cristianas, líderes en el campo de la educación, y la Iglesia local, han sostenido la Universidad y cada vez mayor es mayor el número de estudiantes que reciben formación práctica e instrucción en un ambiente de verdadero diálogo cristiano.
A pesar de los recientes enfrentamientos entre Fatah y Hamas, y las tensiones cada vez más agudas en Tierra Santa, el padre Casey afirma que la cultura y el ‘ethos’ de Belén siguen siendo cristianos.
“Belén está en una posición única, es la ciudad en la que ha nacido Jesús, y la población cristiana de aquí, como en las dos ciudades cercanas de Beit Jala y Beit Sahour, es casi mayoritaria”, afirma.
“Es muy diferente a Gaza, donde el número de cristianos es infinitesimal”, añade.
El diálogo cristiano-musulmán es una prioridad en la región, afirma el vicecanciller . La Universidad y otras agencias de la zona educan a los estudiantes tanto musulmanes como cristianos a conocerse y a comprenderse, a conocer sus religiones y a colaborar. “Creo que en esto tenemos éxito”, afirma el padre Casey.
Hay signos muy alentadores, añade. La gente en la zona respeta los ideales cristianos y las tradiciones duraderas de la Universidad. “Observamos todavía el domingo. Somos uno de los pocos lugares cerrados el domingo y abiertos el viernes, día sagrado de los musulmanes”, añade.
Estudiantes cristianos y musulmanes, además, participan activamente en su fe y sus momentos de oración. Muchos asisten a la Misa de la Universidad. También los cristianos ortodoxos tienen servicios regulares, y para la población universitaria musulmana hay una estancia para la oración.
Benedicto XVI expresó profunda preocupación por los cristianos en Medio Oriente. En intervenciones dirigidas a la ROACO y al Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso, exhortó a ambos al respeto y a la caridad como bases para el diálogo.
Con un fondo de tensión que se difunde por toda la región, el padre Casey dice que la Universidad hace todo lo posible para mantener una influencia normalizadora.
“Hay miedo, independientemente de dónde se viva. En conversaciones casuales oigo a menudo a la gente expresar gratitud por otro día, pero preocupada por lo que sucederá durante la noche”, subraya el padre Casey. Aunque el miedo es inevitable, la Universidad sigue celebrando conferencias internacionales, sesiones académicas regulares y rechazando candidatos que exceden su capacidad.
El año pasado se presentó con retos especiales. El grave embargo, recientemente levantado, impidió a la Autoridad palestina proporcionar ayudas a todas las instituciones de la región, incluidas las universidades.
El padre Casey observa que las subvenciones proporcionadas a través de la UNESCO por el Banco Mundial y Arabia Saudita han permitido a la Universidad seguir trabajando. “No hemos experimentado las terribles consecuencias financieras de otros sectores –dice el vicecanciller–. Centenares de familias de la zona no tenían ingresos regulares”.
Los estudiantes de la Universidad afrontan también desafíos únicos: rodeadas por todas partes por el muro israelí, la mayor parte de las ciudades palestinas, incluso Belén, son prisiones virtuales. Los estudiantes que provienen de fuera de Belén están sujetos a cierres de los pasos, vejaciones militares y controles de seguridad que pueden provocar largos retrasos.
“Los he experimentado yo mismo, aunque como extranjero –dice el padre Casey–. Hay personas que no salen de Belén desde hace cinco años. Vivir en Belén es como vivir en una prisión”.
“Esto tiene un efecto terrible en la gente”, añade. El padre Casey cree que la violencia que el mundo ve entre los palestinos es a menudo una reacción a lo que está sucediendo en su vida.
”Jóvenes que no tienen oportunidades de empleo, que no han sido admitidos en la Universidad, no tienen absolutamente nada qué hacer. Obviamente están enfadados y son presa de la situación política. Esto hace nacer una reacción violenta”, dice.
Además de promover relaciones positivas entre jóvenes de varias procedencias religiosas, la Universidad ofrece esperanza a muchos chicos. El padre Casey dice que los palestinos esperan progresos futuros: con el levantamiento del embargo y otro gobierno, afirma que hay alguna esperanza.
“La idea de la oración nunca ha sido tan apropiada como ahora –afirma–. Espero que la gente ore por la paz en Tierra Santa”.