Cardenal Cañizares: «El laicismo lleva consigo la destrucción del hombre»

Entrevista con el arzobispo de Toledo y primado de España

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QUERÉTARO, martes, 17 julio 2007 (ZENIT.orgEl Observador).- El cardenal Antonio Cañizares Llovera, arzobispo de Toledo y primado de España, ha estado brevemente en tierras mexicanas para participar en la ordenación de nuevos sacerdotes de los Operarios del Reino de Cristo.

También, dictó una conferencia en la ciudad de Querétaro sobre uno de los temas que más le preocupan: el laicismo y sus relaciones con la vida de la Iglesia y el Estado contemporáneo.

Antes de las conferencia, Zenit-El Observador pudo platicar largamente con una de las figuras actuales más importantes del episcopado español, impulsor de universidades católicas y promotor de la catequesis, y colaborador de Benedicto XVI como miembro de la Congregación para la Doctrina de la Fe y de la Comisión Pontificia «Ecclesia Dei».

–Eminencia, ¿cómo la Iglesia católica puede subsistir en un entorno cada día más contrario a Cristo?

–Cardenal Cañizares Llovera: El laicismo tiene su entraña propia en la negación de Dios, en el prescindir de Dios. Que Dios no cuente para nada en lo público; que se reduzca, en el mejor de los casos a la esfera de lo privado. Porque el hombre se considera autónomo; porque cree que es capaz de construirse a sí mismo; porque cree que la sociedad del futuro es una construcción del presente por el propio hombre. Sin Dios que afecte a la trama de la vida, el hombre se endiosa; en una expresión del entonces cardenal Ratzinger, el hombre sin Dios lleva al infierno al otro, por que ¡qué es el infierno sino el vivir separado de Dios?

–En la actualidad Dios y el hombre parecen correr por dos caminos distintos, ¿no es así?

–Cardenal Cañizares Llovera: Si, pero es verdad que no hay futuro para la humanidad al margen de Dios, ningún futuro. No hay, tampoco, futuro para el hombre concreto al margen de Dios. Y es más: la afirmación de Dios es la afirmación del hombre. El futuro está precisamente en afirmar a Dios afirmando al hombre. Eso es Jesucristo, el futuro del hombre. En el libro «Jesús de Nazaret», lo que hace el Papa Benedicto XVI es afirmar a Dios en Jesucristo afirmando al hombre en Jesucristo. Eso te lleva a que la Iglesia no se separe de la sociedad, a que pueda entrar en diálogo con el pensamiento del momento pero apostando por el hombre, apostando por los derechos fundamentales, apostando por la verdad del hombre, apostando por una moral, apostando por el bien… El laicismo no apuesta por el bien.

–¿Cuál es la apuesta de fondo del laicismo?

–Cardenal Cañizares Llovera. Que el hombre es creador de sí mismo, consiguientemente es el factor decisión el único factor que cuenta. En España, por ejemplo, hay una destrucción del hombre, hay una deshumanización, hay una perdida de criterios morales, de principios morales tremenda. Puede uno escuchar un discurso del presidente sobre el estado de la Nación en el que te dice «nosotros apostamos por la familia, la familia está mejor que nunca y vamos a mejorarla dando dos mil quinientos euros por cada hijo que nazca». Sin embargo, al mismo tiempo, está permitiéndose que el matrimonio como tal entre un hombre y una mujer desaparezca del Código Civil. Eso lleva a que no exista matrimonio en España: eso, más ataque a la familia, imposible.

–La dictadura de la mayoría legislativa…

–Cardenal Cañizares Llovera: Eso refuerza lo que he dicho antes: el meollo del asunto es la decisión, en este caso, lo que han decidido unos hombres, a través de la legislación, se convierte en una medida de organización social. El laicismo –repito– lleva consigo la destrucción del hombre.

–¿Podemos definir el futuro de la Iglesia con esta frase: «menos numerosa pero más fiel»?

–Cardenal Cañizares Llovera: Así será, en una etapa. Pero la Iglesia tiene la vocación de universalidad y de hacer llegar esa salvación, de la cual es protagonista, a todos los hombres. La vocación final de la Iglesia es que en su seno, en su casa, se alberguen todos los hombres. No tiene, por consiguiente, una vocación de minorías, aunque también es minoría, porque es fermento.

–¿Cómo ve usted la Iglesia en los próximos años?

–Cardenal Cañizares Llovera: Será una Iglesia que, desde una experiencia muy honda de Dios, testifique al Dios vivo en medio de los hombres; una Iglesia eminentemente evangelizadora, o sea, eminentemente eucarística. Una Iglesia de pequeñas comunidades pero abierta totalmente al hombre. Así lo comprendo yo.

–¿Qué opinión le merece el tema de fondo del documento de Aparecida, la misión permanente hacia los ya bautizados que debe tener la Iglesia en nuestro continente?

–Cardenal Cañizares Llovera: Eso es necesario, que los bautizados sean evangelizados a su vez. La evangelización de los bautizados es la catequesis. Necesitamos que haya en todos los ámbitos cristianos que vivan su identidad de cristianos; solamente la identidad de cristianos podrá ofrecer el testimonio de Jesucristo para los hombres.

–¿Qué representa en este momento de disolución de verdades absolutas el tema de la catequesis? ¿No es este tema un asunto del pasado?

–Cardenal Cañizares Llovera: A partir de la publicación del «Catecismo de la Iglesia Católica» tenemos una orientación muy clara de lo que es la fe. No solamente en el contenido, sino en los fines de la catequesis, cómo hay que concebirla, cuál es su método, con qué instrumentos contamos para la iniciación cristiana… La Iglesia entrega lo que ella es para que se pueda vivir lo que ella es. El Catecismo nos entrega lo que es la Iglesia, lo que cree, la historia de la salvación que se cumple en los sacramentos, la nueva vida a la que nos convoca la caridad. Esta nueva vida vive en el anhelo del encuentro definitivo con Dios, la esperanza…

–¿Qué importancia cobra hoy la Doctrina Social de la Iglesia? ¿Está penetrando en los ámbitos católicos de acción?

–Cardenal Cañizares Llovera: La Doctrina Social de la Iglesia está por estrenar. El «Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia» es o debería ser un elemento inseparable del Catecismo de la Iglesia católica. Pero no hemos realizado esta fusión. ¿Dónde se está aplicando el «Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia»? En este tema, pareciera que todo debe reducirse al aspecto económico; pero quedan de lado temas tan importantes como el de la vida, el de la familia, el de la persona humana, el de la comunicación social… ¡Todo está ahí! ¡Ahí está la vida humana vivida desde el Evangelio! Por eso es la enseñanza más avanzada que hay: no hay ninguna teoría política ni social tan avanzada como la Doctrina Social de la Iglesia.

–¿Qué necesita la Iglesia para que esta Doctrina Social rinda frutos?

–Cardenal Cañizares Llovera: Lo que se necesita es fe; que el hombre crea: que el hombre acepte a Dios. Nuestros abuelos no vivían con la Doctrina Social de la Iglesia, la practicaban. Eran hombres de fe que la vivían en su sencillez y en la normalidad de la vida. No había en ellos esta dicotomía que nosotros establecemos tan fácilmente entre la fe y la cultura; entre la fe y la vida cotidiana.

–Hoy se ha perdido la noción del padre…

–Cardenal Cañizares Llovera. En el laicismo lo que importa no es que haya o no haya padre. Lo que importa es que las criaturas nazcan como tengan que nacer y que haya una sociedad que forme a ese ciudadano. El Estado toma el lugar del padre. Y eso es muy grave para el futuro del hombre. Y el laicismo -hay que decirlo-lleva a eso. El laicismo en definitiva es la proclamación del Estado ateo, aunque el Papa Benedicto ya nos haya advertido, una y otra vez, que es imposible un Estado ateo. Porque un Es
tado ateo se vuelve contra el hombre siempre, porque es un poder totalitario, un Saturno que se come a sus hijos. Sucedió en la Unión Soviética, antes, con la Revolución Francesa, en el nacionalsocialismo.

–El Papa contrapone la civilización cristiana con el Estado ateo comparando los monasterios de San Benito y Chernobil, ¿Qué opinión le merece?

–Cardenal Cañizares Llovera: El Papa Benedicto dice que hay que volver a San Benito. Que el futuro del mundo está en San Benito: el hombre que busca y afirma a Dios. Y entonces crea comunidades que se extienden, que civilizan, que hacen cultura y rehacen tejido social. El Papa Benedicto XVI habla de lo que es la nueva evangelización -fue su intervención en el Jubileo del 2000-diciendo que ésta es «aprender el arte de vivir». En estos tiempos estamos en la necesidad de asumir la parábola del grano de mostaza. Estamos en tiempos de sembrar granos de mostaza.

–¿Cómo puede rehacerse la sociedad herida por el desorden y la indiferencia?

–Cardenal Cañizares Llovera: San Benito se encontró con una sociedad totalmente destruida. Y la rehizo mediante las comunidades donde –por encima de todo– se busca a Dios. Orar, para afirmar a Dios, y a partir de la oración no desentenderte del trabajo con el otro, no desentenderte de la acción. La adoración transforma al hombre.

–Finalmente, ¿qué cabe esperar del pontificado de Benedicto XVI?

–Cardenal Cañizares Llovera: Primero, una continuidad con el pontificado de Juan Pablo II. La obra de éste y la de Benedicto XVI tienen una profunda afinidad, se enriquecen mutuamente. En lo que respecta a Benedicto XVI, lo que cabe esperar, ante todo, es una vuelta a lo esencial en todo.

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ZENIT Staff

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