Caritas hace balance de la situación humana al año del choque líbano-israelí

BEIRUT, miércoles, 18 julio 2007 (ZENIT.org).- Al año del estallido bélico líbano-israelí, gran parte del sur libanés sigue luchando, mientras que cuestiones políticas y miedo entorpecen el trabajo de reconstrucción, alerta «Caritas».

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En un comunicado difundido el martes por «Caritas Internationalis» (CI), se hace balance de la situación actual en la región: las tensiones entre distintas comunidades libanesas y el temor a otra guerra se cuentan entre los factores que están retrasando la recuperación de la normalidad.

Najla Chahda, al frente de la Unidad de Respuesta Humanitaria de «Caritas Líbano» reconoce: «La labor ha sido difícil porque el temor y la desconfianza persisten».

«Además, en el norte, tenemos un nuevo conflicto al que intentamos dar respuesta, así que la situación sigue siendo precaria y tensa», alerta.

En julio de 2006, los combates dejaron mucho del sur libanés y partes de Beirut en ruinas. La zona norte de Israel sufrió igualmente el ataque de cohetes.

Estima «Caritas» que esos 34 días de conflicto acabaron con las vidas de 1.200 libaneses y más de 150 israelíes. Además la guerra desplazó a un millón de personas de Líbano, y entre 300 mil y 500 mil de Israel.

Éste es el panorama en el que «Caritas» ha sido capaz de ir recuperando la vida de la gente. Mucha de su labor se ha orientado a la reconciliación entre comunidades.

El organismo católico de ayuda también procuró socorrer a los más necesitados, especialmente a los no recibían ningún otro tipo de sustento.

En plena crisis, «Caritas» volcó su ayuda en más de 100 mil personas, o el 10% de la población que se vio obligada a dejar sus hogares. Facilitó envíos de alimentos a cientos de familias, la mayoría en localidades del sur y del valle del Bekaa (al noreste).

Asimismo «Caritas» envió abastecimientos a hospitales en Saida y Nabatieh, a los que se les había cortado la ayuda exterior.

Cerca de 18 mil personas recibieron combustible para poder afrontar el invierno con calefacción.

«Caritas» también puso en marcha clínicas móviles para atender a pacientes durante y después de la guerra. Se estima que más de 12 mil personas recibieron cuidados hasta marzo de este año.

Si bien al principio la actividad se concentró en la emergencia alimentaria y los artículos de primera necesidad, enseguida se hizo hincapié en asegurar que en otoño los niños pudieran regresar al colegio.

Por eso «Caritas» apoyó a las familias con necesidades, especialmente a los granjeros que perdieron la última cosecha, con bonos para que pudieran enviar a sus hijos a clase.

«Psicológicamente era verdaderamente importante que estos niños volvieran al colegio, para que pudieran recuperar un sentido de normalidad», explica Najla Chahda.

«Caritas Libano» acaba de concluir un programa de apoyo para granjeros golpeados por esta crisis, facilitándoles inversiones, semillas, plantas y otros materiales agrícolas a fin de que retomen su actividad.

Y es que en el país normalmente los granjeros necesitan préstamos para afrontar estas cosas en el inicio de la siembra. Posteriormente devuelven los préstamos con parte de los ingresos obtenidos con la cosecha. Pero muchos de estos trabajadores pueden hundirse en deudas por haber perdido la cosecha del año pasado.

El comunicado de «Caritas» cita estimaciones de las autoridades libanesas, según las cuales el daño directo por la guerra se eleva a 2,8 mil millones de dólares. Otros 2,2 mil millones en ingresos se perdieron. Se había pronosticado un crecimiento de la economía del 5% al 6%; en cambio, ha retrocedido un 5%.

«Caritas Internationalis» (www.caritas.org) es una confederación de 162 organizaciones católicas de asistencia, desarrollo y servicio social, presente en más de 200 países y territorios.

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ZENIT Staff

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